El fenómeno de El Niño tuvo efectos en 2023. Tras un largo periodo de vigilancia y alerta, la Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) anunció que el evento climatológico global, que había sido previsto durante meses por el progresivo calentamiento del mar, empezó oficialmente este 8 de junio de 2023. ¿Cómo repercutirá en las temperaturas a nivel mundial?
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“Dependiendo de su fuerza, El Niño puede causar una variedad de impactos, como aumentar el riesgo de fuertes lluvias y sequías en algunos lugares del mundo”, declaró Michelle L’Heureux, climatóloga de la NOAA, tras el anuncio. “El cambio climático puede exacerbar o mitigar ciertos impactos relacionados con El Niño. Por ejemplo, El Niño podría generar nuevos récords de temperaturas”, resaltó.
Temperatura récord por fenómeno de El Niño
Desde la Oficina Meteorológica del Reino Unido, científicos alertan de niveles máximos de temperatura a fines de este año y en 2024. “Un nuevo récord para la temperatura global el próximo año es definitivamente posible. Depende de qué tan grande resulte ser El Niño. Un El Niño a gran escala para fines de este año da una alta probabilidad de que tengamos un nuevo récord de temperatura global en 2024”, declaró Adam Scaife, jefe de predicciones a largo plazo de dicha entidad, a la BBC.
Según confirman diversos especialistas, este año las consecuencias de este acontecimiento serán extremas. “Los años cuando ocurre El Niño tienden a ser más calientes de lo normal, así que si este año tenemos un Niño que posiblemente sea récord, o sea extremadamente fuerte, estamos hablando de un calentamiento de la atmósfera significativo que se va a estar sumando al calentamiento global causado por el ser humano”, explicó Ángel Adames, profesor de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Wisconsin, al medio británico. Asimismo, el experto indicó que los efectos como aguaceros e inundaciones podrían ser más fuertes en el Perú y Ecuador.
El fenómeno de El Niño es producto del calentamiento del océano Pacífico, lo cual ocurre con una frecuencia de 3 a 7 años. A partir de ello, las corrientes de agua y aire liberan calor hacia la atmósfera. Sin embargo, pese a ser un evento ocasional, sus efectos se vuelven más fuertes de lo usual cada cierto tiempo.
