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“¡Victoria!”. Marc es un ferviente admirador de Donald Trump, a quien considera “el salvador del mundo”. Este francés de 24 años está convencido de que su héroe marcará el inicio de un “despertar mundial”.
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“En todo el mundo hay un despertar, se despiertan las naciones, se despierta el patriotismo (…) El hecho de que esto ocurra en Estados Unidos es sin duda un símbolo fuerte”, afirma este estudiante que intenta contagiar su entusiasmo en Facebook, donde creó hace un año un grupo llamado “Franceses con Trump”, que cuenta con unos mil miembros.
Las posiciones nacionalistas, antiinmigrantes, antiélites y antiglobalización del discurso de Trump tienen eco en Europa e ilustran un auge de las corrientes populistas de derecha en las democracias occidentales.
Los líderes de estos movimientos recibieron con júbilo el triunfo del magnate estadounidense, estimando que es un buen augurio para sus partidos.
En Francia, el ultraderechista Frente Nacional va viento en popa. Las encuestas predicen que su líder, Marine Le Pen, pasará a la segunda vuelta en los comicios presidenciales de 2017. Para ella, la victoria de Trump “es una buena noticia para Francia”.
En Reino Unido, muchos de los votantes que apoyaron la salida de la Unión Europea en junio pasado escucharon los llamados del partido eurófobo Ukip a “recuperar” el control del país.
En Alemania, el partido populista de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que centra su discurso radical en la inmigración, ha cosechado en los últimos meses varias victorias electorales.
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En Austria, Holanda y en los países escandinavos la extrema derecha también está en alza. “¡Su victoria es histórica para todos nosotros!”, tuiteó Geert Wilders, jefe de la extrema derecha holandesa.
El primer ministro húngaro Viktor Orban y el presidente checo Milos Zeman, a menudo criticados por su discurso de derecha populista, también expresaron su apoyo al presidente electo de Estados Unidos.
Hay “un miedo al cambio, un miedo ‘al otro’, un miedo a la ‘contaminación cultural"”, explicó a la AFP Jeremy Shapiro, director de investigación del European Council on Foreign Relations.
Todos estos partidos de extrema derecha denigran a las “élites” político-financieras y a la globalización, a la que consideran como un fraude inventado por los ricos.
– Malestar social –
“No logramos medir el alcance de la frustración del electorado blanco (…) que se siente desconectado de los partidos políticos dominantes, amenazado por los mercados mundiales y muy incómodo con los cambios étnicos abruptos”, comentó en Twitter el profesor británico Matthew Goodwin.
Para John Judis, autor del libro “La explosión populista”, la gran crisis financiera que estalló hace una década preparó el terreno de este auge populista. “La desaceleración y el aumento de las desigualdades han creado mucho resentimiento” contra quienes gobiernan, comentó a la AFP.
Y ese sentimiento se amplifica frente a la ola de migrantes que ha llegado a Europa y a la amenaza terrorista. “La inmigración es el principal factor” de este auge, sobre todo “por el peso que puede tener sobre el sistema de salud y de educación” en los países de llegada.
Varios analistas, entre ellos Shapiro, ven este auge nacionalista como un desafío directo a la Unión Europea y a las instituciones internacionales en general.
Durante su campaña, Trump se mostró crítico con varias instituciones internacionales, como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) o la Organización Mundial de Comercio (OMC).
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, había advertido que el Brexit podría conducir “no solo a la destrucción de la Unión Europea sino también a la civilización política occidental”.
El populismo, “en general, es una señal de alerta” para que los políticos presten más atención a las demandas de una parte de la población, estima Judis.
En Francia, la derecha ha endurecido sus posiciones con respecto a la inmigración y a la lucha contra la criminalidad para adoptar un discurso que se acerque más al del Frente Nacional. La extrema izquierda ha adoptado también un discurso “antisistema”.
Pero para Marc, esto no basta.
Los políticos tradicionales “están en estado de negación (…) su idea del mundo ya no es la nuestra”.