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A dos semanas de convertirse en presidente de Estados Unidos, Donald Trump tuitea muchas veces sin filtros sobre temas futiles que nada tienen que ver con los asuntos presidenciales, y salda públicamente cuentas personales.
Este viernes el presidente electo se burló del exgobernador de California Arnold Schwarzenegger por tener un menor rating que él durante su primer programa al frente de "Celebrity Apprentice", la emisión de telerrealidad que Trump dirigió hasta 2015.
"Wow, las cifras cayeron y Arnold Schwarzenegger fue 'inundado' (o destruido) en comparación a la máquina de ratings, DJT", reaccionó en Twitter el magnate, finalizando el tuit con sus iniciales.
"Menos mal que es una estrella de cine, y que esta es la temporada 1, no la 14. Compárenlo con mi primera temporada. Pero a quién le importa, apoyó a (John) Kasich & Hillary (Clinton)", escribió en un segundo tuit en referencia a sus derrotados rivales en la primaria republicana y en la elección presidencial.
La audiencia de la emisión se hundió un 21% en relación con el primer episodio de la 14ª temporada, la última de Trump, difundida en enero de 2015.
La caída de audiencia había pasado casi desapercibida hasta que el presidente electo decidió destacarla.
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Y de paso, Trump criticó al personaje central de una emisión de la cual es aún productor ejecutivo, algo que puede incluso amenazar sus propios intereses económicos.
Después de haberse enfrentado al diario The New York Times y a la revista Vanity Fair, asegurando erróneamente que sus ventas cayeron, al programa de televisión satírico Saturday Night Live (que lo imita) o a la cadena CNN, entre otras, Trump sigue saldando públicamente cuentas sin moderación.
"La gente pensaba que tras la elección se comportaría más como un presidente", recordó Daniel Kreiss, profesor de la Universidad de Carolina del Norte. "Y aquí estamos varios meses después y no cambió un ápice".
"No tengo razones para pensar que cambiará" después de su investidura el 20 de enero, añadió.
Para David Lewis, profesor de la Universidad de Vanderbilt (Tennessee), "el hecho de que el presidente dé su opinión sobre temas que no tienen nada que ver con política puede tener un efecto sobre la opinión pública".
"Hay un verdadero peligro de sobreexposición, que cansa a la gente y que podría tornarla menos receptiva", dijo.
En general los dirigentes buscan controlar y dosificar lo que dicen, tanto en su forma como en cantidad, preservar el alcance de su mensaje, recordó.
– Riesgos mayores –
Barack Obama, predecesor de Trump, fue el primer presidente de la era de las redes sociales. Desde 2007 tuiteó más de 15.000 veces, un promedio de más de cuatro tuits por día.
Pero el presidente saliente se apoya en un equipo dedicado al asunto y es "muy raro" que tuitee él mismo, subrayó Daniel Kreiss. Los tuits escritos de su propia mano llevan las iniciales "BO".
El tono de Trump en su cuenta es muy diferente, mucho más ofensivo, animado y personal que el de Barack Obama.
Abundan las señales de exclamación y las palabras en mayúsculas, y el vocabulario va mucho más allá de los límites del tradicional discurso político de un presidente electo.
Califica a los medios de prensa de "deshonestos", al senador demócrata Chuck Schumer de "jefe de los payasos", aunque "mucho más inteligente" que su colega Harry Reid, y se hace eco de acusaciones de fraude electoral no probadas.
Trump se burló del exsenador Reid, que se jubiló esta semana, por su accidente de 2015 cuando ejercitaba con una banda elástica de goma, un episodio que lo dejó ciego de un ojo.
"Pensar dos veces lo que va a decir y las razones de por qué lo dice no parece estar en su naturaleza", dijo Kreiss.
Para el experto, lo mismo ocurre con la desenvoltura con la cual Trump parece tratar la cuestión de los conflictos de interés entre la presidencia y sus negocios.
"En casi todas las áreas, Trump socava las normas y las instituciones democráticas en Estados Unidos", estimó.
La ausencia de filtros de Trump, sobre todo en las redes sociales, satisfizo a los electores, pero lo que está en juego ya no es lo mismo y el mundo entero está ahora pendiente de sus pasos.
"Los riesgos de su discurso informal son muy elevados en política exterior", advirtió David Lewis, "pero al presidente electo eso no parece preocuparle".