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Hubo una época en la que Guatemala logró ganar la Vuelta a Guatemala dos años consecutivos pese a la participación de equipos extranjeros como Alemania, España, Colombia, Suiza, Uruguay y México.
El doblete comenzó en 1966 con el triunfo de Saturnino Rustrián. Al año siguiente, la hazaña la conseguiría su hermano, Benigno, quien tiene en su palmarés ser campeón nacional de ruta y participación en vueltas a México y Costa Rica.
Benigno vivió una época donde aún se tenían los consejos de entrenadores, quienes años antes fueron grandes ciclistas y que incidieron en la historia de ese deporte en Guatemala, como el caso de Blas Quaglieri de quien asegura que ha sido “el mejor entrenador de ciclismo que ha tenido el país”.
Eran los años en que se recurría a la fruta o a líquido con alto contenido de azúcar para recuperar energías tras entrenamientos donde rodaban de 150 a 200 kilómetros.
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Futbolista y mecánico antes que ciclista
El ciclismo no fue la primera opción para hacer deporte de Benigno, tampoco para su hermano Saturnino. El primero jugó en Municipal y el segundo en Tipografía Nacional.
En la casa de los Rustrián era su hermano Eladio el único que montaba bicicleta para competir, pero no logró trascender.
Después del triunfo en 1967, Benigno no quiso quedarse solo con el deporte y continuó estudios hasta tecnificarse y aprender el trabajo de mecánico automotriz.
Ya casado, se levantaba a las 4 de la mañana para entrenar y después asistir al trabajo. Ante los reclamos de su esposa él explicaba que para ser alguien en el ciclismo tenía que emplearse tanto como con la mecánica.
Además, tuvo la habilidad de aprovechar asuntos tan comunes en taller como apretar tuercas para ejercitar sus piernas y alcanzar la fuerza que necesitaba para los arranques, donde no tuvo competir, asegura.
El año en que Benigno fue campeón de la Vuelta a Guatemala hizo equipo con Abel Aquino, Mario Nufio, Evaristo Oliva Piril “el ganso”.
Uno de sus contrincantes era su hermano, pero también otros grandes del pedal como Juan José Pontaza, a quien se le dedica la 56 edición de la Vuelta a Guatemala.
Al estilo de la psicología inversa, a Benigno le motivaba que el entrenador del equipo contrario se burlara de él. “Puse un paso más fuerte, pegué un arrancón y se quedaron todos” relata al recordar su reacción en plena etapa cuando era criticado.
Recuerda que en 1967 una de las etapas clave para conseguir el suéter líder fue la “etapa reina”, que va de Retalhuleu hacia Quetzaltenango, aunque no la ganó, de hecho, fue campeón sin ganar una sola etapa.
Benigno Rustrián continuó participando en las Vueltas a Guatemala, pero en 1970 decidió viajar y radicarse en Estados Unidos, junto a su esposa, y dejó el ciclismo de manera profesional.
Ahora, el campeón de 1967 ha logrado estar de cerca de la caravana multicolor pero como aficionado, donde al compartir con alguno de los ciclistas o al observarlos en la ruta, solo le queda recordar con nostalgia los días donde él era el protagonista.