Tanto jugar con fuego finalmente le costó caro a la selección de Chile.
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Expertos en levantar trofeos sin marcar goles en las finales, los bicampeones de Sudamérica se estrellaron con la eficacia de Alemania el domingo en el partido decisivo de la Copa Confederaciones, quizás una de las últimas oportunidades de esta generación chilena para sumar otro título.
La derrota 1-0 en la final en San Petersburgo desnudó a un equipo que, si bien genera una llegada tras otra al área rival, parece perder la puntería al momento de rematar al arco. Esa falencia pasó desapercibida en la Copa América de 2015 y 2016, cuando sendos empates sin goles fueron perdonados gracias a los triunfos sobre Argentina en los penales. Incluso en las semifinales de esta misma Confederaciones, otro empate en blanco ante Portugal quedó saldado por la misma vía.
Pero Alemania no es Argentina ni Portugal. Incluso la Alemania B que disputó el torneo que sirve como ensayo al Mundial.
“La contundencia es una de las cosas más difíciles que hay en el fútbol, por eso se valora tanto a los jugadores que meten goles”, valoró el técnico de Chile, Juan Antonio Pizzi.
Chile tiene a uno de los mejores goleadores del fútbol europeo, Alexis Sánchez, quien fue el tercer máximo artillero de la pasada temporada de la liga Premier inglesa. Pero fue el propio delantero de Arsenal el que falló la mejor ocasión de la “Roja”, al no definir un mano a mano con el portero Marc-Andre Ter Stegen en el primer tiempo.
Como si fuese necesario plasmar el contraste en blanco y negro, Alemania anotó su gol casi inmediatamente, en su primera llegada al arco chileno. Marcelo Díaz perdió la pelota al borde del área, Timo Werner dejó tirado al portero Claudio Bravo y Lars Stindl definición con el arco vacío. Robo, pase, gol.
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Eficacia alemana en su máxima expresión.
“Hay que seguir aprendiendo de las selecciones potentes, una de las mejores selecciones del mundo”, señaló Bravo. “La manera de crecer es esta, aprender de los errores”.
El equipo encabezado por Arturo Vidal, Sánchez y Bravo regresa a Chile con las manos vacías, luego de llegar a Rusia con la meta de levantar su tercer trofeo en dos años. Con una edad promedio de 30 años, y sin recambio en el horizonte para sus tres grandes figuras, la “Roja” debe apurarse si pretende abultar su colección de títulos.
Por ahora, reanuda las eliminatorias de Sudamérica, donde se aferra al cuarto y último puesto que otorga un boleto directo al Mundial de 2018. Con un punto más que Argentina, la “Roja” enfrenta a Paraguay y Bolivia a fines de agosto y principios de septiembre.
Rusia vuelve a estar en la mira, pero por ahora Pizzi se queda con la entrega de unos jugadores que, desde el primer hasta el último minuto del torneo, entregaron el corazón en la cancha.
“Estaba convencido, y lo sigo estando, que si regresábamos a Chile vacíos de energía nos íbamos a ir llenos de gloria, y además de llenos de gloria con la copa”, señaló. “Nos vamos vacíos, sin energía, llenos de gloria, pero sin la copa”.