Conor McGregor bebía whiskey y se mostraba feliz, como si hubiera ganado. Floyd Mayweather Jr recordó sus primeros días como boxeador pero miró también al futuro con su nuevo negocio, un local de bailarinas desnudistas.
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Todos sonreían, por una buena razón. La audaz apuesta de enfrentar el sábado a un boxeador contra un astro de las artes marciales mixtas resultó exitosa el sábado, y ahora los protagonistas se disponen a contabilizar sus ganancias.
Mayweather estimó que se llevará entre 300 y 350 millones de dólares. McGregor consideró que podría obtener 100 millones, y resaltó que se comunicaba con sus contadores, a fin de asegurarse de recibir el dinero.
Los fanáticos del boxeo y de las artes marciales mixtas tendrían que estar contentos también. Atestiguaron una pelea razonablemente entretenida, que no tuvo mayor relevancia en cuanto a títulos en cualquiera de los dos deportes, pero tampoco dejó en vergüenza a alguno.
“Disfruté mucho”, expresó McGregor. “Fue un honor para mí el mostrar mis talentos”.
Ahora, Mayweather y McGregor seguirán caminos distintos, tras un combate que aportó algo a cada cual. Mayweather se llevó la victoria, apaleando al irlandés en los últimos asaltos hasta que el réferi puso fin a las hostilidades en el décimo.
Pero McGregor fue también un ganador. Se mostró competitivo como boxeador en su primer pleito como profesional. De hecho, controló los primeros episodios y nunca cayó, pese a la andanada de puñetazos que recibió en los últimos rounds.
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Mayweather tardó en descifrar el estilo del luchador de la UFC, cuya condición de novato quedó en evidencia. McGregor no se convirtió en el rey del boxeo, como había pronosticado, pero cuenta hoy con millones de nuevos seguidores y podría volver a la UFC como una estrella fulgurante.
¿Y Mayweather?
Tiene una foja de 50-0, con lo que ha rebasado el 49-0 que ostentó Rocky Marciano y que sirve como referente en este deporte. Logró un nocaut que ayudó a borrar los cuestionamientos por la pelea realizada dos años antes frente a Manny Pacquiao.
Y después de embolsarse casi 1.000 millones de dólares en una carrera de 21 años, puede seguir con sus distintos negocios e incluso entrenar a algunos boxeadores.
“No me verán más en el ring”, aseguró el estadounidense. “Cualquiera que quiera llamarme, mejor olvídelo. Estoy bien. Tuve una gran carrera”.
La tuvo. Ganó cada vez que subió al cuadrilátero, y creó una marca en torno de su personalidad, con tanta habilidad que le permitió amasar una fortuna. Ningún otro boxeador se había comercializado jamás como Mayweather, quien por algo se apoda a sí mismo “Money” (dinero).
Ahora, puede relajarse y disfrutar sus aviones privados, sus mansiones y sus asientos de primera fila para ver partidos de la NBA en la ciudad que le plazca.
“Siento que les debía a los fanáticos una última oportunidad para alentarme”, dijo. “Les había advertido que me mostraría agresivo y que la pelea no se iría a los 12 rounds”.