Cuando faltan aproximadamente dos horas para que se inicie una etapa comienzan a llegar los ciclistas. Por lo regular son llevados en microbús y en picops.
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Salen y comienzan a colocarse las zapatillas especiales, los guantes y el bloqueador solar, pero para soportar el trajín de kilómetros que les espera necesitan que sus músculos se reactiven.
Es en esa parte de la preparación donde hace su aparece Jessica Alemán. Ella es fisioterapeuta.
En la salida de la quinta etapa los pedalistas del equipo de la Asociación de Chimaltenango-Comayma-Linaflor ellos se sientan en una banca del parque de Villa Nueva, mientras ella saca el aceite con esencia estimulante para comenzar su trabajo.
Jessica es risueña cuando habla de su integración al ciclismo. Relata que ese trabajo también lo ha hecho con un equipo de futbol, pero en las primeras ocasiones que la miraban en el campo los árbitros hasta paraban el juego porque no estaban acostumbrados a ver una mujer.
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Aplicar los conocimientos de fisioterapia que aprendió en la universidad no ha sido fácil, sobre todo en Guatemala donde la sombra del machismo cubre más de un ambiente. Ella no se deja vencer y más bien se motiva al encontrar profesionales que respetan su trabajo. Uno de ellos es Fredy Toc, una de las promesas del ciclismo de Guatemala.
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“Jessica está haciendo un buen trabajo en cada etapa, se lo agradezco”, afirma el pedalista después de haber recibido el masaje.
Jessica ha logrado hacer tan buen equipo que quiere acompañarlos en otras competencias de Vuelta a Guatemala. “Con confianza le podemos decir qué tenemos o sentimos y ella nos comprende y apoya.
Los aficionados al ciclismo que llegan la salida se detienen un momento para ver a la fisioterapeuta que dar masajes con palmadas en las piernas de los deportistas. Ella sigue concentrada, el movimiento la hace sudar, les platica y pregunta si tienen algo mal, luego sonríen, ya que la alegría es otro ingrediente que ella utiliza para su faena.
Las piernas de los ciclistas lucen brillosas por el aceite. Jessica explica que para evitar algún inconveniente con los controles antidopaje no aplica medicamentos tópicos. “El ambiente es bonito con todos, la ética de ellos es muy buena”, responde al preguntarle cómo ha sido la reacción de los muchachos.
A sus 24 años, Jessica tiene un técnico a nivel universitario y confía en que el otro año cerrará la licenciatura en fisioterapia. Anhela obtener una beca que le permita ampliar sus conocimientos en el extranjero, pero quiere seguir ligada al deporte, sobre todo con el ciclismo, del que por el momento, le ha dejado una grata experiencia.