Una vez más señalada por los gritos de mono escuchados el martes en el amistoso ganado por Francia ante la selección local en San Petersburgo, Rusia se ha propuesto actuar con firmeza para que el problema del racismo no empañe el Mundial.
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Los onomatopeyas con sonidos simiescos se escucharon varias veces contra los franceses, especialmente en el minuto 73, cuando el mediocampista Paul Pogba tocó el balón.
También fue objetivo de esos gritos Ousmane Dembélé en el momento de lanzar dos saques de esquina, constataron varios fotógrafos de la prensa, entre ellos el de la AFP.
El exinternacional Alexei Smertin, nombrado inspector responsable de cuestiones de racismo y discriminación en el futbol ruso, añadió que "las medidas apropiadas se tomarán" tan pronto se conozcan los resultados de las primeras investigaciones.
La reacción más contundente y la más sorprendente vino del vicepresidente de la Duma (Cámara de Diputados), Igor Lebedev, miembro del partido nacionalista LDPR y también del Comité de Dirección de la RFS.
"Apoyaré a los aficionados y sus derechos. Pero quiero decirles hoy: ¡Terminad con esto! En muchos casos se superan los límites. Hay reglas de comportamiento, no únicamente en el estadio, también en la vida", declaró a la web "Championat.com".
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"Disponemos ya de medios de sancionar el racismo, pero o bien son demasiado débiles o bien los aficionados no los entienden", añadió, asegurando que "ese mal comportamiento no se detendrá mientras no sea castigado".
La reacción de las autoridades rusas da testimonio de la presión creciente que supone el Mundial de fútbol, que se organiza en un contexto diplomático muy tenso.