Los festejos del cuerpo técnico de Argentina en el partido ante México fueron escalofriantes. Imposible no tirar una lágrima, o tener ganas de ir a abrazar a Messi y a Enzo, o de ir a consolar a Lionel Scaloni y Pablo Aimar. Es que el técnico argentina y uno de sus ayudantes se quebraron en los goles. Como nunca.
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Primero fue Aimar tras el zurdazo de Messi para el 1-0. La cámara enfocó el banco de suplentes y se le vio tapándose los ojos, comiéndose las lágrimas, totalmente quebrado. La cabeza y el corazón de Pablo se descargaron a dúo. Tal vez por el momento difícil que viene de atravesar debido a la pérdida de su mamá, o por los días difíciles en la Selección tras el golpe del debut ante Arabia Saudita, o por la definición del 10 en el que tanto se identifica. O por todo eso junto. Lo concreto es que estaba desconsolado.
Reacción de Scaloni
Scaloni. Sí, Scaloni se sentó a su lado y le dijo unas breves palabras. Esa postura del DT duró lo que tardó en llegar el segundo gol. Es que, apenas Enzo Fernández movió la red de México, las fibras del padre de la Scaloneta también se sacudieron. Scaloni reaccionó como persona, como hincha, como el hombre que venía de vivir días de tensión total, como el entrenador que había tenido que mover el timón con cinco cambios luego del 1-2 ante Arabia Saudita.
Acto seguido, Scaloni se levantó del banquillo, miró a la platea y levantó a la gente con sus brazos, arengando, y se tomó unos sorbos de agua, como disfrutando ese respiro de felicidad. Entendible, entonces, cada una de sus lágrimas. ¿Apresurado? No, quién puede juzgar una reacción espontánea. Porque lo que se festejó no fue un título, fue otra cosa. Si bien la Selección todavía debe jugar frente a Polonia para lograr la clasificación, contra México se respiró la adrenalina de un partido decisivo, casi eliminatorio.
Tan especial fue la victoria que Messi terminó llevando a todos los jugadores a cantar con los hinchas (“es un sentimiento, no puedo parar”), Ahí claro, ya no se prendieron ni Scaloni ni Aimar. De un tiempo a esta parte, ellos prefieren quedar en un segundo plano en los festejos. El triunfo fue también de ellos. Como las lágrimas de todos los argentinos.