El campeón vigente del Abierto de Australia, el español Rafa Nadal, cayó el miércoles en segunda ronda del torneo ante el estadounidense Mackenzie McDonald (6-4, 6-4, 7-5) en un partido que terminó claramente lastimado.
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A remolque desde el inicio del encuentro contra el número 65 del mundo, el español se lesionó en el segundo set y terminó el partido claramente renqueante, encajando su eliminación más temprana de un Grand Slam desde Australia en 2016.
McDonald solo había ganado una vez en toda su carrera ante un jugador del top 5, en 2019 contra el argentino Martín del Potro, pero prometió un partido “memorable” y en el primer juego ya rompió el servicio del español.
Rafael Nadal, mermado por las lesiones
Crecido ante el máximo ganador de Grand Slams de la historia, el californiano se convirtió en un muro, llegando y devolviendo todos los golpes de Nadal, que se desesperaba hasta cometer errores pocos habituales en él.
Con otro saque perdido y una desventaja de 4-1 en el marcador, Nadal pudo finalmente romper el servicio del californiano que, de todos modos, se llevó el primer parcial.
La exhibición de McDonald continuó en la reanudación, defendiéndose con uñas y dientes en las acometidas de Nadal y soltando golpes ganadores cuando era necesario.
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En algo poco habitual en él, Nadal, que antes ya se había enfadado con la juez de silla por el poco tiempo otorgado entre saque y saque, vociferó exabruptos al verse nuevamente con desventaja de 2-0 en el segundo set.
Llegó entonces una minireacción del español que, variando más la dirección de sus golpes y subiendo más a menudo a la red, consiguió igualar el marcador.
Pero cuando el juego parecía inclinado a su favor, cedió otro servicio y se lesionó en medio de una carrera para intentar alcanzar una bola esquinada con 4-3 en el marcador.
El español se frenó con aparente dolor y se quedó apoyado a la barrera cubriéndose el rostro con el brazo. Terminó el juego y, con cara de circunstancias, se retiró a los vestuarios, mientras una cámara apuntaba en la grada a su mujer secándose una lágrima.
Claramente lastimado, casi sin poder correr, volvió para tratar de terminar el partido.
Con puntos rápidos, saques colocados y golpes decisivos que apenas no había mostrado antes, aguantó el marcador casi hasta final de la manga, hasta que McDonald consiguió un quiebre en el penúltimo juego.