El próximo 25 de marzo de 2016, la legendaria banda Rolling Stones, ofrecerá un concierto gratuito en La Habana, Cuba.
La música de la banda británica fue censurada por el gobierno comunista en la década de los sesenta.
El veto incluyó a los Rolling Stones, pero estaba dirigido a cualquier género musical en inglés.
Nunca hubo un decreto que prohibiera explícitamente el rock en inglés pero los cubanos recuerdan que en esa época se escuchaban a los Beatles o a los Rolling Stones en la intimidad de los cuartos en casetes que circulaban como si fueran contrabando.
De la misma forma discreta la censura fue cediendo y en 2000, el entonces presidente Fidel Castro, retirado del poder por enfermedad seis años después, develó una estatua de John Lennon en el barrio El Vedado de La Habana.
Castro se excusó públicamente de la censura aduciendo que por mucho tiempo no conoció la música de los Beatles debido a sus responsabilidades al frente de la lucha contra “el imperio”. “Lamento mucho no haberte conocido antes”, dijo el líder cubano, hoy de casi 90 años, refiriéndose a Lennon.
En 2007 se inauguró la Agencia Cubana de Rock, una entidad oficial que promociona el género, y hoy también existe en la isla un teatro, el Maxim Rock, reservado a las bandas locales, que superan el centenar.
“Nuestra cercanía con la cuna del rock ha determinado que no exista realmente un rock de impacto popular como ha ocurrido en otros países. Aquí nuestro rock será el son y nuestra música disco será la rumba”, comentó Vilar.
La banda de Mick Jagger, quien realizó una visita privada a Cuba en octubre, también espera con particular expectativa su presentación en el coliseo de la Ciudad Deportiva de La Habana, que coronará su “América Latina Olé Tour”.
“Hemos actuado en muchos lugares especiales durante nuestra larga carrera, pero este espectáculo en La Habana será un hito para nosotros”, dijo el grupo en un comunicado.
Cabrá como siempre preguntarse cómo impactarán a largo plazo las célebres visitas a los cubanos de a pie, que aún esperan contagiarse del entusiasmo que despierta en el mundo la apertura cubana.
“Ya más a largo plazo, habría que preguntarse hasta qué punto no nos vamos a convertir en un parque temático del comunismo, donde la gente va a ver curiosidades de un pasado remoto y donde nosotros, para tener turistas, tendremos que disfrazarnos”, comentó del Llano.