El Super Bowl LV tuvo a The Weeknd como el protagonista del espectáculo de medio tiempo, momento que le dio música y color a un juego que hasta ese entonces era deslucido.
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El show arrancó con el cantante a bordo de un auto con una escenografía de Las Vegas en una de las cabeceras del estadio desde donde interpretó “Starboy” y luego “The Hills”.
Acompañado de fuegos artificiales y un fantástico juego de luces, fue moviéndose por varios puntos, como por ejemplo cuando sonó “I can’t feel my face”, que lo encontró rodeado de espejos y de varios bailarines en uno de los pasillos internos del Raymond James Stadium.
Pese a que el show contó con muchos efectos increíbles, las redes sociales no perdonaron al artista y lo llenaron de duras críticas.
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Cuando cantó “I feeling coming”, las pantallas mostraron un cielo estrellado y una luna, mientras del otro lado una lluvia de fuegos artificiales iluminaban las tribunas en donde miles de fans gritaron y aplaudieron sus hits.
Más tarde, decenas de bailarines en el verde césped realizaron una coreografía multitudinaria a la espera de que The Weekend aparezca cantando y descienda al campo de juego, desde donde puso a todos a saltar con Blinding Lights, uno de sus más grandes éxitos, y con el que cerró el gran show.
El canadiense alcanzó la cima de popularidad con el éxito “I Can’t Feel My Face”, incluida en su segundo álbum de estudio, Beauty Behind the Madness, que llegó al primer lugar de la lista Billboard 200 en 2015 y ganó un Grammy.
Roc Nation y el productor nominado al Emmy Jesse Collins fueron los productores ejecutivos del espectáculo de medio tiempo.
Collins había anticipado que deseaba montar un show en vivo que fuera “único y refleje la creatividad que todos le ponemos al proceso para ayudar a traducir la visión inigualable de The Weeknd”.