Los militares de la boina púrpura están de aniversario. Han pasado 40 años y su frase “si avanzo, sígueme, si me detengo, aprémiame, si retrocedo, mátame” continúa inyectándo las estrategias y el entrenamiento para proteger la nación.
El 5 de diciembre de 1974 se aprobó la creación de la Escuela de comando para preparar una fuerza élite militar. Su nombre proviene de Kaibil Balam (también escrito como Kayb’il B’alam) fue un importante líder del reino mam del siglo XVI.
Durante la época de la conquista española, la mayor concentración poblacional de los mames se encontraba en Xinabahul (Huehuetenango).
Balam y sus guerreros resitieron los ataques y el asedio español durante meses hasta que se rindieron.
Las “máquinas de matar” del Ejército, como suelen llamarlos, son una mezcla de “rangers” estadunidenses, gurkas británicos y comandos peruanos.
Son entrenados en “El Infierno”, la Escuela Militar en Poptún, Petén.
Los miembros de esa fuerza de élite son sometidos durante ocho semanas en ese centro a un entrenamiento de sobrevivencia en condiciones extremas.
Estos hombres cuya arma fundamental es la sorpresa. En la ultima etapa del entrenamiento, el aspirante a kaibil es acostumbrado a comer culebras, hormigas y raíces, y a captar el agua del rocío en hojas, debe efectuar ataques de aniquilamiento, maniobras de inteligencia, penetraciones en territorio enemigo y reabastecimiento.
El día más trágico para esta fuerza especial se remonta al 23 de enero de 2006 cuando ocho kaibiles murieron y cinco resultaron heridos en la República Democrática del Congo, en África. Los militares eran parte de la Misión de imposición de paz de las Naciones Unidas en ese país.