Satoshi Nakano, responsable del sindicato de pesca de Onahama, asegura que los pescados de Fukushima no “saben” igual. La vida era muy distinta antes de la catástrofe de 2011 en esa región de Japón.
En cinco años, Satoshi vivió momentos de duda, rencor, desolación y resignación. A finales de 2013, la pesca se reanudó, pero a otro ritmo.
“La reglamentación fijada por el Estado no nos prohíbe técnicamente pescar (salvo a menos de 20 km de la central); limita la distribución. El tema es saber en qué estado está el pescado de la prefectura de Fukushima“, explica a la AFP.
Satoshi y sus colegas zarpan dos veces por semana para analizar unas 70 especies de peces. En Japón, solo se venden aquellos pescados que presenten un nivel de radiactividad cuatro veces inferior a la norma establecida por las autoridades japonesas (100 becquereles por kilogramo).
Pero por mucho que hagan los pescadores y autoridades japonesas para tranquilizar a la población, la palabra “Fukushima” se asocia inmediatamente con la radiactividad.
Y aunque el Estado afirma que todo se encuentra “bajo control”, la situación no es uniforme. “La principal preocupación es el impacto en un radio de 20 kilómetros de la costa, porque ahí se concentra la mayor cantidad de cesio radiactivo”, explica Shaun Burnie, experto de la organización ecologista Greenpeace.
Entonces, ¿a qué sabe el pescado de Fukushima?
La respuesta es tan simple como obvia: a pescado. Y es que, según explica Greenpeace, el programa de control de pesca en esa región es “uno de los más avanzados del mundo”.
La organización ecologista emplea un submarino teledirigido y equipado con instrumentos que permiten crear mapas tridimensionales sobre la distribución de la radiactividad en Fukushima.
“Algunas de las zonas muy contaminadas son muy pequeñas, quizá un metro cuadrado, pero otras miden cientos de metros de largo“, detalla, añadiendo que esto explica que ciertas especies estén más expuestas a la radiación.
Jan Vande Putte, colega de Burnie, señala que “son informaciones muy importantes para los pescadores, porque hay zonas seguras donde se puede pescar y vender el pescado con total seguridad, mientras que en otras no es el caso”. También afirma que la búsqueda permite localizar el problema.
Por su parte, Satoshi Nakano expresó su esperanza en que, un día, cambie la percepción del pescado de Fukushima. “Me gustaría que la gente tuviera una mejor imagen del pescado, que un día piense que nuestros análisis rigurosos convierten los productos en los más seguros del mercado”, finalizó.