Este domingo se llevaron a cabo multitudinarias manifestaciones alrededor del mundo con motivo del Día del Trabajo 2016.
En Madrid, varios miles de personas, incluidos los líderes del partido Socialista, Pedro Sánchez, y del partido ecolo-comunista Izquierda Unida, Alberto Garzón, desfilaron en una marcha organizada por los sindicatos CCOO y UGT, tras una pancarta que rezaba: “Contra la pobreza salarial y social, trabajo y derechos“.
A ocho semanas de las elecciones legislativas, lemas como “Contra los recortes, por las pensiones” iban dirigidos contra el gobierno saliente conservador, mientras que otros como “Nadie es ilegal” o “No al TTIP” apuntaban contra la Unión Europea (UE), su política de inmigración y el proyecto de tratado de libre comercio con Estados Unidos.
En Cuba, cientos de miles de trabajadores cubanos marcharon este domingo en apoyo a las medidas de flexibilización económica de Raúl Castro, quien presidió la movilización en La Habana, y a los amenazados gobiernos de Brasil y Venezuela.
En Turquía, la policía utilizó gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a los manifestantes en varios lugares de la ciudad, principalmente en los alrededores de la célebre plaza Taksim, que suele albergar protestas.
En Rusia, cerca de 100 mil personas según la policía participaron en Moscú en una gran manifestación organizada en la plaza Roja, enarbolando banderas y globos frente a las paredes del Kremlin, algo que recordaba a los grandes desfiles de la desaparecida Unión Soviética.
En Polonia, unos centenares de manifestantes se reunieron en Varsovia, convocados por el sindicato OPZZ y el partido de izquierdas SLD y marcharon en calma por las calles de la capital, donde tuvieron lugar otras marchas menores auspiciadas por varias organizaciones de izquierda.
En Italia, una manifestación unitaria de los tres principales sindicatos (CGIL, CISL y UIL) se desarrolló sin incidentes en la mañana del domingo, bajo la lluvia, en las calles de Génova (noroeste), en presencia de unas 5.000 personas.
En Corea del Sur, decenas de miles de personas protestaron contra una reforma anunciada de las condiciones de trabajo, un proyecto de la presidente Park Geun-Hye y de su partido, conservador, que prevé facilitar las condiciones de despido.
En Francia, la fiesta del trabajo se desarrolló en un ambiente particularmente tenso, después de dos meses de protestas contra un proyecto de ley del trabajo y de numerosas manifestaciones plagadas de violencia.
Varias decenas de miles marcharon en todo el país, bajo una alta vigilancia policial pero que no impidió que se registraran incidentes.
En París, donde desfilaron entre 16 mil personas, según la policía, y 70 mil según los sindicatos, jóvenes con pasamontañas y cascos lanzaron cartones y botellas contra las fuerzas del orden, gritando: “todo el mundo odia a los policías“. Las fuerzas de seguridad lanzaron gases lacrimógenos. Aún así, estos disturbios fueron aislados, puesto que la mayoría de la multitud desfiló en calma.
En Austria, el canciller socialdemócrata Werner Faymann fue recibido con abucheos reclamando su dimisión al dirigirse a una multitud de unas 80.000 personas en Viena, mientras intentaba defender la política migratoria y de empleo de la gran coalición que dirige junto a los democratacristianos.
El Día del Trabajo, que se celebra en numerosos países, nació en Chicago en 1886 por iniciativa de un movimiento sindical que reclamaba una jornada laboral de ocho horas.