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En Alepo, los sirios se las apañan como pueden ante al asedio

Los habitantes de los barrios rebeldes de Alepo se las ingenian para sobrevivir ante el asedio impuesto por el régimen sirio e imaginación no les falta: cigarrillos con hojas de vid, electricidad generada por una bicicleta conectada a una vieja batería…

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“Hemos vuelto a la edad de piedra”, dice Jaled Kurdiyé, residente de un barrio de la parte este de Alepo, donde viven más de 250.000 personas asediadas desde hace más de tres meses por las fuerzas de Bashar al Asad.

Privados de todo y sin ayuda humanitaria desde el 7 de julio, los habitantes intentan contrarrestar la penuria de carburante, de electricidad, de alimentos e incluso de cigarrillos.

Para paliar la ausencia de bombonas de gas, Jaled, de 25 años, fabricó un aparato de cocina que funciona con leña: un arcón de hierro dotado de un ventilador que atiza las llamas.

“Hice un agujero en un bidón de aceite que íbamos a tirar”, explica el joven, mientras mete virutas de madera por el orificio para encender el fuego y poder hervir agua en una tetera.

La escasez de gasolina y de fuel afecta a la vida cotidiana. En algunos lugares, los generadores sólo funcionan tres horas por día. Los habitantes se ven obligados a fabricar carburante con métodos caseros, valiéndose a veces de objetos de plástico.

Abu Rahmu optó en cambio por la energía limpia.

– Huerto en el tejado –

En su taller del barrio de Ansari, este mecánico de 48 años instaló la dinamo de un coche en una bicicleta vieja.

Llega un cliente; los dos se adentran por calles llenas de escombros, entre edificios reventados, para probar el invento.

Delante de su casa, el cliente de Abu Rahmu se sube a la bicicleta conectada a una batería de coche y comienza a pedalear: gracias a la dinamo, puede cargar su batería y producir suficiente electricidad para sus bombillas, para cargar su teléfono móvil e incluso para “poner en marcha una lavadora”, asegura el mecánico, que vende sus bicicletas por 10.000 libras sirias (unos 20 dólares) cada una.

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A unas calles de allí, en el barrio de Al Kalasé, Amir Sendé entra en su casa por un portal de hierro.

En el patio da de comer a las gallinas enflaquecidas y sube por una escalera hasta el tejado. Allí, cerca de una antena parabólica, está su huerto, donde asoman las hojas de las verduras.

“Tengo perejil y rábanos y pronto tendré espinacas y acelgas”, afirma, contento.

Desde el comienzo del asedio en julio, los alimentos escasean y cuando, por suerte, están a la venta en el mercado, son carísimos.

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El precio del perejil o de los tomates se ha quintuplicado y el del kilo de azúcar vale diez veces más que antes (3.500 libras sirias, 7 dólares).

– Cigarrillos por el precio de una casa –

En los mercados del este de Alepo, la población también agudiza el ingenio en cuanto el régimen para los bombardeos o su aliado ruso lo permite.

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“Actualmente un paquete de cigarrillos vale más que el oro y el precio sigue subiendo”, declara Ahmad Oweija, de 43 años, liando a mano los que vende a la unidad en un mercado de Bustan al Qasr.

Delante de él, sobre un cartónx, se ve un montículo de ‘tabaco’ fabricado localmente con hojas de vid que recoge, seca y raspa a conciencia. Añade una pizca de tabaco de verdad en cada uno para darle gusto.

Un verdadero cigarrillo con tabaco auténtico cuesta ahora tan caro como un paquete de 20 antes del asedio: casi 2.000 libras sirias (4 dólares). Es un producto tan escaso que se ha convertido en moneda de cambio.

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“¡Conozco a gente que ha comprado casas y coches con unos paquetes de cigarrillos ‘extranjeros’!”, como se conoce a los de verdad, exclama.

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