Millones de estadounidenses deciden este martes su futuro entre dos candidatos antagónicos y con visiones opuestas: el magnate republicano Donald Trump, sin experiencia política, o la demócrata Hillary Clinton, quien podría convertirse en la primera mujer en llegar a la Casa Blanca.
Al fin de una larga campaña de un tono sin precedentes, el mundo espera en vilo el resultado de esta elección presidencial, marcada por uno de los duelos más reñidos de la historia de Estados Unidos.
Desde las 17H00 GMT los centros de votación estaban abiertos en todos los 50 estados y la capital Washington, pero el proceso, que se expande por cinco husos horarios, no debería revelar un ganador antes de las 03H00 GMT del miércoles.
En la rural Virginia, la soleada Florida o la trepidante Manhattan, miles de electores ejercían su derecho cívico.
En Jackson Heights, corazón latino de Nueva York, las filas de espera doblan la esquina en un día soleado de frío otoñal. En el centro de votación pululan también indios, coreanos y chinos. La desorganización reina y los electores se quejan.
“Voté por Trump porque necesitamos un cambio. No me gusta la manera en que habla pero creo que lo va a corregir”, dice a la AFP Aura Montoya, una colombiana de 60 años, niñera y empleada doméstica.
En el otro lado del país, Margarito Salinas escogió a la “señora” Clinton por encima del “nazi” de Trump, al votar en una escuela en Los Angeles, en el súper demócrata estado de California.
– Mujer con pantalones –
Pero cuando empiece el conteo de votos las miradas estarán puestas en un puñado de estados clave, especialmente Florida.
“Este país necesita una mujer con pantalones”, dice a la AFP Leonor Pérez, de 74 años, después de votar por Clinton en Hialeah, un sector predominantemente cubano en Miami.
Una alegre Clinton votó temprano, poco después de las 08H00 locales en una escuela cerca de su casa en Chappaqua, en el estado de Nueva York.
“Haré lo mejor que pueda si tengo la oportunidad de ganar hoy”, dijo al salir, acompañada por su esposo, el expresidente Bill Clinton, y rodeada por más de un centenar de simpatizantes.
Unas tres horas después, Donald Trump votó en una escuela cerca de la Trump Tower en Manhattan, bajo los abucheos de simpatizantes de su rival y una fuerte presencia de periodistas.
Con rostro serio, votó junto a su esposa Melania, en cabinas distintas. “Una difícil opción”, bromeó después.
Los dos candidatos tienen previsto realizar “fiestas de la victoria” para esperar los resultados al final de la jornada, ambos en Nueva York: él en un hotel en la 6a avenida, ella a unos tres kilómetros, en el Centro de Convenciones Jacob K. Javits.
– Obama juega básquet –
Aunque Clinton mantiene una ventaja algunos puntos y es la favorita en las apuestas, Trump aún podría arrancar una victoria.
Después de 693 días –23 meses– de drama, insultos, escándalos y más escándalos, la campaña dejó a una población exhausta. Un 82% de los estadounidenses se declararon asqueados en un sondeo reciente.
Los dos candidatos no podían ser más diferentes: de un lado Hillary Clinton, figura política desde hace 25 años, a quien la mitad de los estadounidenses detesta y duda de su honestidad. Esposa del expresidente Bill Clinton (1993-2001), fue seguidamente primera dama, senadora y luego secretaria de Estado de Obama.
Menos querido aún, Donald Trump, millonario exestrella de televisión y sin haber sido electo nunca, supo interpretar como nadie -y contra los pronósticos de todos- los temores de una clase media blanca frustrada en un mundo en mutación.
Levanta pasiones en sus mítines con sus llamados a “construir un muro” en la frontera con México. Antiinmigrante y sexista, impulsivo y corrosivo, marcó para siempre un estilo de hacer campaña política.
Tomados por sorpresa, la dirigencia del partido Republicano le dio prácticamente la espalda.
Aún así, Trump le pisa los pies en un puñado de estados decisivos. El promedio de sondeos nacionales le da a la demócrata una ventaja de 3,2 puntos, según RealClearPolitics.
Wall Street, que prefiere a Clinton, parecía aumentar su confianza en una victoria demócrata al registrar una ligera alza a mitad de la jornada electoral.
El ganador necesita llegar al número mágico de 270 votos electorales, surgidos, en realidad, de 51 mini escrutinios en cada estado y la capital, Washington. Este peculiar sistema es observado, por primera vez, por la OEA.
Además de la elección presidencial, los demócratas intentarán arrebatar la mayoría del Senado (54 de 100 curules) de los republicanos, mientras que la Cámara de Representantes deberá permanecer, salvo una gran sorpresa, en manos de los conservadores.
Lejos de ese trajín, el presidente Barack Obama, que ya votó en Chicago hace algunas semanas, se dedicó a un ritual del día de la elección: fue a jugar baloncesto con sus amigos.