La elección de Donald Trump llevará seguramente a Estados Unidos a adoptar una política más favorable a Israel, alejando aún más la expectativa de crear un Estado palestino, según los propios miembros de la campaña del republicano y analistas.
“Nadie es más pro-Israel que yo”, declaró Trump, que durante la campaña prometió mudar la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén.
Al igual que el resto de la comunidad internacional, Estados Unidos no reconoce Jerusalén como capital de Israel.
Los palestinos aspiran a que un futuro Estado palestino tenga como capital Jerusalén Este, actualmente ocupada y anexada por Israel.
A propósito de la colonización israelí en Cisjordania, muy criticada por la administración de Barack Obama, David Friedman, consejero de Trump, dijo en octubre a AFP que no creía que el candidato republicano considerara ilegales las colonias judías.
David Friedman dijo también que Trump era “extremadamente escéptico” en relación al concepto de “dos Estados” como solución para el conflicto entre Israel y los palestinos.
Trump “nunca presionará a Israel para promover una solución de dos Estados, o cualquier otra, contra la voluntad del pueblo israelí”, declaró.
La llegada de Trump a la Casa Blanca da alas a la derecha israelí y al ‘lobby’ colonial hasta el punto de que algunos exhortan a enterrar de una vez por todas la solución binacional.
“La era de un posible Estado palestino ha quedado atrás”, declaró el ministro israelí de Educación, Naftali Bennett, que dirige el partido nacionalista religioso Habayit Hayehudi (Hogar Judío).
Sin embargo, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, al frente del gobierno más derechista de la historia de Israel, optó, al menos momentáneamente, por una actitud prudente.
Algunos analistas consideran que esa actitud se debe a la imprevisibilidad de Trump, que durante la campaña electoral dijo que era neutral en el conflicto palestino-israelí.
Netanyahu difundió el miércoles un comunicado para felicitar a Trump, con quien más tarde habló por teléfono.
“Los dos dirigentes, que se conocen desde hace muchos años, tuvieron una conversación calurosa y sincera”, asegura un comunicado de la oficina del primer ministro.
“El presidente electo estadounidense ha invitado al primer ministro israelí a una reunión en Estados Unidos en cuanto pueda”, reza el comunicado.
Aunque Trump resulte imprevisible, para Benjamin Netanyahu es un alivio ver a un republicano en la Casa Blanca.
Las relaciones fueron difíciles con la administración Obama, que criticó la política de colonización israelí.
Netanyahu teme además que Obama intente, antes del fin de su mandato, el 20 de enero, sacar adelante una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para poner término al conflicto.
“Hay muchas señales de que la administración Trump podría ser muy indulgente en sus relaciones con el gobierno israelí actual”, declaró Shmuel Rosner, del Jewish People Policy Institute.
– Inquietud palestina –
Por su lado, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, felicitó a Donald Trump y expresó la esperanza de que se logre la paz con Israel durante su mandato.
“Estamos inquietos porque es completamente imprevisible, una bomba de relojería”, declaró a AFP, sin embargo, un alto responsable palestino que prefiere el anonimato.
“Sus presunciones son tan ilógicas” y “en contradicción con el derecho y el consenso internacional, que no se pueden aplicar”, agregó el funcionario.
A pesar de la satisfacción de la derecha israelí, algunos analistas señalan que nada está decidido.
“Trump ha conseguido quebrar todas las reglas posibles y no dudará, si lo desea, en romper también esta”, afirma el cronista Ben Caspit, en relación al apoyo tradicional de Estados Unidos a Israel, en una tribuna del diario israelí Maariv.