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El invierno preocupa a la flotilla que ayuda a migrantes frente a Libia

Los migrantes procedentes de África siguen buscando llegar a Europa en embarcaciones precarias desde Libia, pero la flotilla humanitaria que trata de ayudarlos no está preparada para el invierno y teme nuevos dramas.

Más de 3.200 migrantes rescatados, al menos 11 muertos y 230 desaparecidos: los cinco últimos días frente a las costas libias fueron más duros que todo el mes de noviembre del año pasado.

El récord de más de 27.300 migrantes registrados en las costas italianas en octubre y los más de 8.000 en lo que va de noviembre confirman que este año los peligros del mar en esta estación no disuaden a los inmigrantes ilegales ni a quienes trafican con ellos.

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La mayor parte de los barcos humanitarios privados que desempeñaron un papel esencial en los servicios de rescate este año regresarán a sus puertos a fin de mes, por razones de seguridad, pero también para trabajos de mantenimiento, antes de volver a operar en 2017.

“Ha sido un año muy largo para las tripulaciones y para los barcos”, resume a la AFP Pete Sweetnam, director del Moas, la ONG de Malta que en 2014 fue la primera en arrendar una nave de socorro privada frente a las costas de Libia.

Este año, una decena de barcos patrullaron la zona, arrendados por el Moas, Médicos Sin Fronteras (MSF), SOS Mediterráneo, Save the Children, los españoles de Proactiva Open Arms y los alemanes Sea-Watch, Sea-Eye o Jugend Rettet.

Según los guardacostas italianos, que coordinan los rescates en la zona, los barcos privados desarrollaron más del 20% de las operaciones.

Pero también ayudaron a ubicar numerosas embarcaciones, distribuir chalecos salvavidas y servicios de urgencia a la espera de buques más grandes, ayudando así a salvar muchas vidas.

“Los buques humanitarios llenaron un vacío que dejan los Estados”, explicó a la AFP Eugenio Cusumano, investigador en ciencias políticas de la Universidad de Leiden (Holanda), autor de un estudio sobre estas embarcaciones.

– Responsabilidad europea –

El dispositivo militar europeo actual -Marina y guardacostas italianos, la ‘Operación Sophia’ contra los traficantes y la agencia europea de control de fronteras Frontex- se concentra en operaciones de control más que de socorro, señala.

Consecuencia: a medida que las naves humanitarias se retiran, los guardacostas italianos se ven obligados a recurrir cada vez más a buques de carga o a petroleros que no están equipados para socorrer a embarcaciones precarias saturadas.

“Los incesantes rescates y las numerosas víctimas de los últimos días ilustran hasta qué punto la situación es crítica en el Mediterráneo, es una verdadera catástrofe humanitaria lo que está ocurriendo”, comentó Sophie Beau, responsable de SOS Mediterráneo.

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Frente a estas necesidades, el Aquarius, arrendado por SOS Mediterráneo y MSF, va a patrullar durante todo el invierno. Y si fuese necesario, el Bourbon Argos de MSF y el Phoenix del Moas intentarán prolongar sus operaciones.

Sin embargo, todo eso tiene un precio -11.000 euros por día para el “Aquarius”- y las donaciones llegadas tras la divulgación de la foto del pequeño Aylan ahogado comienzan a escasear. “La gente se está cansando. Ya oyeron demasiadas historias desgarradoras”, comenta Cusumano.

Algunos movimientos políticos en Italia, como la anti-inmigración Liga Norte, han sugerido dejar de rescatar a los migrantes en el Mediterráneo, aunque corran el riesgo de morir, con el fin de disuadir a los siguientes. “Moralmente es inadmisible y factualmente falso”, dice Cusumano, asegurando que cuando Italia suspendió su operativo Mare Nostrum, a fines de 2014, el número de inmigrantes ilegales aumentó.

“El fondo del asunto es que no nos corresponde hacer este trabajo. La Unión Europea debe asumir sus responsabilidades”, dice Ruben Neugebauer, portavoz de Sea-Watch. “Llamamos a la reflexión a los países europeos: las operaciones de socorro no pueden ser libradas a las oenegés”, insiste Loris de Filippi, director de MSF Italia.

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