El ejército sirio atacaba este martes los barrios rebeldes de Alepo y pedía a los insurrectos que abandonaran sus posiciones, una semana después del inicio de la ofensiva del régimen para reconquistar la ciudad.
Pero, pese a las condenas de la ONU y de Estados Unidos, la comunidad internacional se ve cada vez más impotente ante la determinación del régimen de Damasco para reconquistar la totalidad de la segunda ciudad siria, principal frente de este conflicto que ya ha causado más de 300.000 muertos desde 2011.
La aviación del régimen de Bashar al Asad lanzó este martes octavillas con un mensaje y el dibujo de un autobús similar a los que se usaron, tiempo atrás, para transportar a civiles y rebeldes desde las zonas reconquistadas por el ejército.
“A quienes llevan armas, os tendemos la mano. Reservad una plaza antes de que sea demasiado tarde”, dice el mensaje. Permitid que se marchen los civiles que lo deseen, dejad de utilizarlos como rehenes o escudos humanos”, agrega.
Las fuerzas de Damasco, que asedian el este de la ciudad desde hace más de cuatro meses, también reclamaron a los insurrectos que distribuyeran comida a los civiles, mientras bombardeaban los barrios rebeldes de Sajur, Masaken Hanano o Sheij Najjar.
– Huida de civiles –
Al menos una mujer y un niño murieron al estallar barriles de explosivos en el barrio de Al Maysar, según el Observatorio sirio de derechos humanos (OSDH).
En total, 143 civiles, incluidos 19 niños, han muerto en el este de Alepo desde esta última campaña de bombardeos lanzada por las tropas del régimen el 15 de noviembre, según un nuevo balance del OSDH.
Y otros 16 civiles, entre ellos 10 niños, han fallecido en el oeste de la ciudad controlado por el régimen, como consecuencia de disparos de rebeldes.
La ONG también informó de que varios habitantes de los barrios de Qaterji y Daher Awad sufrieron sofocos tras el lanzamiento de cuatro barriles explosivos. Fuentes médicas piensan que probablemente llevaban cloro en su interior.
La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAC), que estudia “más de 20” acusaciones sobre el uso de este tipo de armas en Siria, aceptó este martes el ofrecimiento de Rusia de entregar elementos “potencialmente útiles” para su investigación.
El ejército ruso afirma tener pruebas del uso de armas químicas por parte de los rebeldes de Alepo, que rechazan estas acusaciones.
Uno de los barrios más disputados es el de Masaken Hanano, donde los civiles empezaron a huir ante la violencia de los bombardeos.
El director del OSDH, Rami Abdel Rahman, aseguró que las tropas gubernamentales, apoyadas por el Hezbolá libanés, ya controlan un tercio de este barrio que, según él, tiene un valor estratégico para el régimen porque le permitiría al ejército “separar el norte de Alepo Este” del resto de las zonas sitiadas.
El avance de las fuerzas gubernamentales acrecienta la desesperación de la población de los barrios caídos en manos de los rebeldes en 2012. Se trata de 250.000 personas que no han sido abastecidas o socorridas desde hace más de cuatro meses, cuando se inició el sitio contra Alepo-Este.
– Indignación internacional –
La ofensiva del régimen suscita la indignación internacional. El embajador de Francia ante la ONU, François Delattre, denunció una “estrategia de guerra total para retomar Alepo a cualquier precio”.
El jefe de las operaciones humanitarias de la ONU Stephen O’Brien también denunció el asedio a Alepo y otras ciudades de Siria, que afecta según él a cerca de un millón de personas.
En esas zonas, los habitantes “están aislados, hambrientos, bombardeados para obligarlos a someterse o huir”. “Es una táctica deliberada (…), una forma cruel de castigo colectivo”, sentenció.
El domingo, el ministro sirio de Relaciones Exteriores, Walid Muallem, rechazó una tregua propuesta por la ONU, al considerar que “recompensaría a los terroristas”, un término utilizado por el régimen para designar a todos los grupos armados que se oponen a él, desde los rebeldes moderados hasta los yihadistas del Estado Islámico (EI) o de Al Qaida.
En esta guerra compleja, de múltiples actores, los grupos yihadistas también son blanco de la coalición internacional dirigida por Washington. De hecho, el Pentágono anunció este martes que Estados Unidos había matado a un alto responsable de la rama siria de Al Qaida, Abu Afghan al Masri, en un ataque con un dron en la provincia de Idlib (noroeste).