Los macedonios votaron este domingo en unos comicios organizados tras dos años de crisis política, en los que se enfrentaron el gobernante partido nacionalista y la oposición socialdemócrata.
La derecha nacionalista (VMRO-DPMNE), que ha gobernado esta exrepública yugoslava en los últimos 10 años, partía como favorita en los sondeos, por delante de los socialdemócratas (SDSM).
Aún así, el importante número de indecisos complicaba los pronósticos en este estado de dos millones de habitantes, con una mayoría de eslavos ortodoxos y una minoría de albaneses (entre el 20 y el 25% de la población).
“Espero que esta agonía termine. Que el vencedor traiga calma”, comentó antes de votar Zoran Milevski, de 55 años.
A las 19H00 locales (18H00 GMT) cerraron los colegios electorales. La participación parecía ser mayor que en las anteriores elecciones: una hora antes del cierre, era superior al 60%, contra el 53% de 2014.
Se espera que los primeros resultados lleguen durante la noche.
– ¿Irregularidades? –
La oenegé Most, que movilizó 3.000 observadores, declaró haber detectado irregularidades. Los medios locales mencionaron intentos de corrupción de electores, sin precisar dónde, y también problemas en las listas electorales.
Los macedonios están muy preocupados por la alta tasa de desempleo (25%) y parecen cansados tras meses de una campaña electoral en la que los dos principales partidos cruzaron todo tipo de acusaciones.
La oposición denuncia el autoritarismo y la corrupción del partido gobernante, mientras que el VMRO-DPMNE del ex primer ministro Nikola Gruevski agita el fantasma de una posible destrucción de esta república del sur de los Balcanes si ganan los socialdemócratas.
Los nacionalistas acusan, en efecto, al SDSM de Zoran Zaev de jugar con fuego al prometer convertir Macedonia en una federación, para lograr los votos de los albaneses. Un tema controvertido en un país que sufrió una guerra civil en 2001.
El principal partido albanés, la Unión para la Integración Democrática (DUI) del exrebelde Ali Ahmeti, es un socio imprescindible para gobernar en Macedonia, donde ha brindado su apoyo tanto a los socialdemócratas como a los nacionalistas.
Símbolo de la crisis política que atraviesa este joven Estado, se aplazaron dos veces las elecciones después de que la oposición acusara al poder de manipular las listas o de controlar a los medios de comunicación.
– Aplastar ‘cualquier crítica’ –
En enero de 2016, Gruevski cedió su puesto de primer ministro a su número dos, Emil Dimitriev, para abrir el camino hacia estos comicios, pero sigue al frente del VMRO-DPMNE y tiene intención de volver a ganar a los socialdemócratas, que encadenan las derrotas desde hace 10 años.
El clima político se enrareció en enero de 2015, cuando el SDSM acusó a Gruevski de haber ideado un sistema de espionaje telefónico a unos 20.000 opositores, periodistas, religiosos y representantes de la sociedad civil.
Zaev publicó entonces unas grabaciones que parecían revelar una corrupción masiva, que alcanzaba la cumbre de la administración.
A principios de 2016, miles de opositores protestaron en las calles y lograron la anulación de una amnistía concedida por el presidente Gjorge Ivanov a más de 50 personalidades implicadas en el escándalo de escuchas ilegales y corrupción.
Los manifestantes llenaron de pintura las paredes y las estatuas de Skopje, pero aquella “Revolución de los Colores” no parece suficiente para que los socialdemócratas desbanquen al partido nacionalista.
En caso de derrota de Gruevski, podría intensificarse la investigación judicial por corrupción, en la que aparece su nombre, explica Florian Bieber, especialista del sureste de Europa en la universidad de Graz, en Austria. Pero si gana, “aplastará cualquier crítica”, vaticina.
En un país donde el salario medio es inferior a 400 euros, el próximo jefe de gobierno deberá atajar una deuda pública que preocupa a las instancias financieras internacionales y reducir el desempleo.