Gilberto Chanchavac es uno de los habitantes del sector 23 de la colonia Santa Isabel 2 de Villa Nueva. Las autoridades buscan que parte del área sea declarada inhabitable pero él asegura que para irse tiene que haber algo seguro.
“Hasta que no haya un lugar seguro no nos movemos” afirmó Chanchavac durante el funeral de su hermano, cuñada y dos sobrinos, quienes fallecieron en el alud del martes por la noche.
Cuando las personas llegaron a esa parte de Santa Isabel 2 no parecía un lugar de riesgo, hecho confirmado por las autoridades municipales.
Pero después de que se un terreno cercano fue convertido en un predio de contenedores la situación de riesgo cambió. Aunque desde hace 10 años le plantearon su preocupación al dueño del lugar conocido como Ángel, solo recibieron amenazas como respuesta, asegura Gilberto.
Una parte del muro cayó sobre las familias tras anegarse el predio, aunque una evaluación preliminar da cuenta que “la técnica constructiva del muro era muy mala”
¿Salir de Santa Isabel?
El afectado argumenta que no es fácil tomar la decisión de salir de Santa Isabel tras conocerse acciones inconclusas de atención del gobierno como el caso de El Cambray.
El alcalde de Villa Nueva, Edwin Escobar, dijo un día después de la tragedia que espera tener un dictamen de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) para que se declare inhabitable el área, porque eso le permitirá seguir acciones legales que conlleven a un desalojo por la fuerza, si fuera necesario, de las familias en riesgo.
José Manuel Gutiérrez enseña los puntos de sutura en la cabeza por las heridas que le dejó el alud del martes. En el Hospital de Amatitlán se recupera su esposa, aunque su cuadro de salud es más delicado.
“No tenemos donde estar por el momento” asegura Juan Manuel cuando se le pregunta si tiene a dónde trasladarse. Su casa, que está soterrada, está a tres lotes de donde murió la familia de Gilberto.
Juan Manuel relata que todo fue muy rápido ese martes por la noche, y aunque pudo salir con sus hijos, la situación fue distinta con su esposa a quien tuvieron que rescatar del lodo.
Una vecina le abrió las puertas a Juan Manuel y a sus hijos para que no duerman en la calle. Él también se queja de la falta de consideración del encargado del predio de contenedores y recuerda que cuando se acercaban para hablarle del riesgo “lo que hacía era tomarlo a mal y maltratarnos”, recuerda.