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Rusia, aliada del régimen de Bashar al Asad, comenzó a aligerar su dispositivo militar en Siria, donde el ejército intensificó este viernes sus bombardeos contra una región rebelde que alberga la principal fuente de suministro de agua para Damasco.
Las tropas del régimen, ayudadas por combatientes del Hezbolá libanés, intentaban con bombardeos aéreos y de artillería capturar la región rebelde de Wadi Barada, a 15 kilómetros al noroeste de Damasco, pese a una tregua instaurada el 30 de diciembre por Rusia y Turquía, país que apoya a los rebeldes.
Rusia lleva a cabo desde el 30 de septiembre de 2015 ataques aéreos en Siria en apoyo de las tropas de Asad, que hasta entonces se hallaban en grandes dificultades ante los rebeldes, apoyados también por los países del Golfo y por los occidentales.
El presidente ruso, Vladimir Putin, al anunciar el 29 de diciembre un acuerdo patrocinado con Turquía sobre una tregua y unas próximas negociaciones de paz, indicó ya que la presencia rusa en Siria sería "reducida".
"El Ministerio de Defensa ruso ha empezado a reducir las fuerzas militares desplegadas para Siria", indicaron este viernes varias agencias rusas citando al jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas rusas, el general Valeri Guerasimov.
Guerasimov precisó que la reducción se iniciaría con la partida de la zona de conflicto del grupo aeronaval del portaaviones 'Almirante Kuznetsov', precisaron las agencias rusas.
"Los objetivos asignados al grupo aeronaval durante su misión se han alcanzado", precisó el comandante de las fuerzas rusas en Siria, Andrei Kartopalov, siempre según esta fuente.
– 10 barriles de explosivos –
El único grupo aeronaval ruso que participaba en las operaciones aéreas en Siria estaba desplegado en el este del Mediterráneo desde mediados de noviembre.
Sus bombarderos participaron en los ataques aéreos en Siria contra posiciones de grupos yihadistas y en respaldo del ejército sirio, que retomó en diciembre el control de Alepo, la segunda ciudad del país, su mayor victoria desde el inicio del conflicto hace más de cinco años.
Putin anunció en marzo una reducción de las fuerzas rusas movilizadas para el conflicto de Siria, pero luego reforzó su presencia cuando aumentaron los combates en el país.
Un alto el fuego impulsado por Rusia está vigente desde el 30 de diciembre, el enésimo desde el inicio de la guerra en Siria, en marzo de 2011.
Junto a Turquía e Irán, Rusia presiona ahora para celebrar este mes unas negociaciones de paz en Astaná, la capital de Kazajistán.
Aunque la violencia ha cesado, o al menos bajado de intensidad desde finales de diciembre en la mayoría de los frentes, siguen muriendo civiles, especialmente en la región de Wadi Barada, asediada por el régimen.
Este viernes, los aviones del régimen lanzaron al menos diez barriles de explosivos, un arma letal y ciega denunciada por las ONG internacionales, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
El régimen acusa a los rebeldes de "contaminar con diésel" las reservas de agua de Wadi Barada y cortar el suministro a Damasco. Pero los insurgentes afirman que los bombardeos del régimen destruyeron las infraestructuras.
La ONU denunció como "crimen de guerra" la privación de agua potable infligida a los 5,5 millones de habitantes de Damasco.
Pero Jan Egeland, responsable del grupo de trabajo de la ONU sobre la ayuda humanitaria a Siria, consideró que es difícil saber quién es responsable de esta situación.
Bastión del régimen, la capital siria ha quedado relativamente preservada de la guerra, pero sus habitantes están duramente afectados por la grave penuria de agua desde el 22 de diciembre.
El conflicto en Siria ha dejado más de 310.000 muertos desde marzo 2011 y ha implicado a beligerantes locales, a rebeldes, a yihadistas, así como a potencias regionales e internacionales, en un territorio escindido.
También ha provocado una grave crisis humanitaria en numerosas regiones, donde millones de personas se han convertido en desplazadas.