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Interpelación y pactos colectivos

En este sentido, pareciera que algunos diputados van contra corriente y promueven acciones que profundizan la crisis de confianza, legitimidad y representatividad que enfrenta el Congreso de la República. Evidencian que están aferrados a un modelo que no se ajusta a las demandas de la sociedad, que exige una renovación de políticos en lo público. Las voces que piden una depuración del Organismo Legislativo cada día suenan con más fuerza.

En la actualidad el congreso está débil, sin respaldo y legitimidad frente a la ciudadanía que se desencanta con el actuar de los diputados. Muestra de ello fue lo que sucedió con la interpelación a la ministra de Salud, Lucrecia Hernández Mack.

Los diputados no lograron sostener una injustificada interpelación. Antes se acostumbrada a utilizar este tipo de instrumentos de fiscalización para detener la agenda legislativa y afectar el trabajo en las carteras ministeriales. Un pulso político que ganaba el legislativo y que en esta ocasión perdió, con un costo político alto para los diputados que promovieron la interpelación, y con un significativo rédito que fortaleció a la ministra y su gestión.

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La interpelación promovida por los diputados de la Comisión de Salud del Congreso fue cuestionada por una diversidad de actores políticos y sociales que respaldaron la labor de la ministra. El apoyo que recibió es el mejor reconocimiento al trabajo que está impulsado en la cartera. Un respaldo que se ha ganado a pulso, con sudor, transparencia, ética, compromiso y mucho esfuerzo.

Si bien, no todos los problemas en el sistema de salud están resueltos, la ministra está promoviendo acciones que beneficiarán a su cartera, pero que si se tiene una visión estratégica, los beneficios podrían extenderse a otras instituciones públicas. Hablo de la apuesta por renegociar el pacto colectivo para firmar un nuevo pacto que dignifique al trabajador, elimine los privilegios y la corrupción.

Un “pacto digno” promueve la transparencia en los recursos públicos, mejora las finanzas de la cartera y permite destinar más recursos a los servicios públicos. Por ello, el apoyo a la ministra debe continuar ahora contra los sindicatos que se resisten a perder sus privilegios. Imagine usted que se renegocien en todas las instituciones los pactos colectivos que son lesivos a los intereses del país.

Lo sucedido esta semana refleja que en el imaginario social los diputados y los sindicatos representan la corrupción y el clientelismo. Al contrario, la ministra motivó la esperanza en luchas que buscan devolver la credibilidad a las instituciones y resignificar el ejercicio político con honradez, ética, principios y valores.

Hace falta mucho para cambiar la política y el ejercicio político. Sin embargo, no desmayemos ni olvidemos que el cambio inicia con reformar la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) para democratizar a los partidos y permitir que nuevos actores entren a la arena política. La crisis política se soluciona políticamente. Las reformas a la LEPP abren el camino pero se necesitan personas que asuman el compromiso de transformar el país. ¿Usted se anima?

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