El papa Francisco presidió este viernes en una Roma blindada su quinto Vía Crucis como pontífice alrededor del Coliseo, al término del cual rezó por "la sangre vertida por los inocentes" por guerras e injusticias.
Al final del sugestivo recorrido con el que se conmemora el calvario de Cristo hasta su crucifixión, el papa pronunció más de siete veces la palabra "vergüenza" para enumerar los pecados, omisiones, injusticias, escándalos y horrores que azotan al mundo y a la misma iglesia.
Dirigiéndose al Cristo crucificado, el papa argentino reconoció su "vergüenza" "por todas las imágenes de devastación, de destrucción, de naufragio, que se han convertido en ordinarias para nosotros", agregó.
El papa reconoció también su "vergüenza por todas las veces que obispos, sacerdotes, consagrados y consagradas hemos herido tu cuerpo, la Iglesia", dijo en un alusión a los abusos cometidos por curas pedófilos.
En su oración, el pontífice pidió por "nuestros hermanos arrasados por la violencia, por la indiferencia y por la guerra" e instó a "romper las cadenas que nos tienen prisioneros en nuestro egoísmo, en nuestra ceguera involuntaria, y en la vanidad de nuestros cálculos mundanos".
El pontífice llegó a las 21H00 locales (19H00 GMT) al célebre monumento romano, en donde unas 20.000 personas, turistas y religiosos, entre ellos la alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, lo esperaban, algunos con antorchas.
El recorrido nocturno alrededor del monumento romano se celebró este año en un clima particular, marcado por las fuertes medidas de seguridad adoptadas desde los atentados del domingo en Egipto contra dos iglesias de cristianos coptos y que costaron la vida a 45 personas.
Roma blindada
"Roma está blindada, vigilada. Espero que no suceda nada", comentó una joven a la RAI, la televisión italiana, que transmitió en directo el evento a numerosos países.
Toda la zona estaba vigilada por patrullas de la policía y el ejército, además de cuerpos especiales de inteligencia.
Tanques del ejército fueron aparcados al ingreso de la gran avenida que conduce al Coliseo para impedir ataques contra la multitud con automóviles, como ocurrió en Londres y Niza.
Francisco, de 80 años, presidió como el año pasado el rito desde la terraza del Palatino, frente al imponente anfiteatro romano, sin recorrer a pie las 14 estaciones.