En Kabul los ciudadanos empezaron a enterrar a sus muertos mientras las autoridades limpiaban los escombros en el lugar del atentado.
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La explosión de un camión cisterna lleno de explosivos dejó un inmenso cráter y un clima de devastación y duelo en la capital afgana.
La mayoría de las víctimas del ataque, que todavía no ha sido reivindicado, son civiles, y muchos ciudadanos se preguntan por qué el gobierno fue incapaz de evitar una explosión de tal magnitud en pleno corazón de Kabul.
"¿Durante cuanto tiempo tendremos que tolerar este baño de sangre en nuestro país?" dijo un habitante, sollozando, a la cadena local Tolo News.
"He perdido a mi hermano en la explosión y el gobierno fracasa constantemente en protegernos".
El ataque tuvo lugar durante el Ramádan y demuestra la capacidad de los insurgentes de atentar incluso en uno de los distritos considerados más seguros de Kabul, donde están el palacio presidencial y varias embajadas extranjeras, protegidas con muros de hormigón.
Las autoridades seguían recogiendo escombros, fragmentos de cristal y carcasas de coches que se quemaron por la explosión, al tiempo que muchos habitantes preparaban los entierros de sus allegados.
Con más de 90 muertos y 400 heridos, el ataque ha saturado los hospitales de la ciudad, donde la muchedumbre se agolpa a las puertas esperando noticias de sus familiares o preguntando por los que todavía no han sido localizados.
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Se trata del atentado más grave en Kabul desde que los talibanes fueron expulsados del poder en 2001, tras la invasión del país liderada por Estados Unidos.
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