El exmandatario brasileño, de 71 años, ya fue condenado en julio a nueve años y medio de cárcel, como beneficiario de un tríplex en el balneario de Guarujá, Sao Paulo, ofrecido por otra constructora, OAS, a cambio de su influencia para obtener contratos en Petrobras.
El ícono de la izquierda puede recurrir la sentencia en libertad, pero si esta es confirmada por un tribunal de segunda instancia le será difícil evitar la cárcel, por no hablar de la impugnación de su eventual candidatura en los comicios de octubre de 2018.
Lula da Silva vive horas bajas. Su reciente gira de tres semanas por el noreste, su bastión electoral, se cerró sin haber concitado concentraciones masivas con las que podría arroparse ante un cerco judicial cada vez más estrecho.
Foto: AFP
Enfrenta actualmente cinco causas penales por cargos que van de corrupción pasiva y lavado de dinero a formación de organización delictiva, pasando por tráfico de influencias y tentativa de obstrucción a la justicia.
Pero el exlíder sindical se declara inocente y denuncia un acoso que apunta a impedir su retorno al poder y a dar un golpe de gracia a su formación política, el Partido de los Trabajadores (PT).
Las explosivas confesiones de Palocci
Esa línea de defensa quedó al borde del derrumbe cuando su exministro de Hacienda, Antonio Palocci, miembro de la cúpula del PT, afirmó la semana pasada ante el juez Moro que la denuncia que será tratada el miércoles “procede”, porque “los hechos relatados en ella son verdaderos”.
Antonio Palocci, exministro de Hacienda de Lula da Silva. Foto: AFP
En concreto, Odebrecht, una empresa clave en la saga de corrupción de Petrobras, habría pagado el terreno del Instituto Lula, en Sao Paulo, y puesto a disposición de su familia un apartamento en la vecina Sao Bernardo do Campo.
Palocci, detenido hace un año y condenado en junio a doce años de reclusión, agregó que Lula, en vísperas de transmitir el poder a su heredera Dilma Rousseff, avaló en 2010 un “pacto de sangre” entre el PT y Odebrecht, que ponía a disposición del partido 300 millones de reales.
Tanto Lula como el Instituto que difunde su legado negaron cualquier irregularidad.
“La historia que Antonio Palocci cuenta se contradice con otros testimonios” y “se entiende solo en el contexto de un hombre preso y condenado en otros procesos”, que trataría de negociar una delación premiada “sin pruebas”, escribió Lula en su cuenta Facebook.
El PT anunció que se movilizará para apoyar a su líder histórico en Curitiba, pero los observadores dudan de que lleguen a los cerca de 7 mil partidarios que desplazó a la meridional ciudad conservadora con ocasión del primer interrogatorio, el pasado 10 de mayo.
Entre tantas contrariedades, Lula tuvo recientemente un consuelo, cuando la Fiscalía pidió absolverlo en la causa de obstrucción a la justicia, por considerar que el delator que sustentó la denuncia había mentido.
Un reconocimiento que para la defensa del expresidente ilustra lo ocurrido en todos los expedientes abiertos en su contra.