Con una ceremonia maya, aplausos, abrazos y apretones de manos fue recibido en la universidad del Valle de Sololá, Zeid Ra’ad Al Hussein, Alto Comisionado de las Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos.
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La visita fue para verificar la situación de los derechos humanos de los pueblos indígenas, maya, xinka y garífuna.
En su primera llegada al país, Al Hussein habló con los presidentes de los organismos del Estado, líderes estudiantiles, algunos miembros de la sociedad civil, empresarios, magistrados, periodistas y otros funcionarios.
Se informó que emitirá un pronunciamiento al finalizar su recorrido.
Discriminación, despojos y violación
La falta de reconocimiento del Estado a los pueblos originarios, la exclusión, la discriminación, el racismo, los despojos, las persecuciones y otras violaciones a los derechos humanos se le expusieron a Al Hussein en Sololá.
Prueba de ello, fue el arrebatamiento de las tierras que le hizo el Estado a las familias en Sololá para instalar un destacamento militar en donde ahora funciona la universidad del Valle, dijo el alcalde indígena Tomás Saloj.
Exigimos que se reconozca el derecho ancestral de estas tierras, no estamos en contra de la educación, vemos con buenos ojos la llegada de la universidad. La batalla es por el despojo estatal de estas tierras para instalar un destacamento militar, el cual se logró expulsar con mucha insistencia”.
Por su parte, Sandra Xinico, resaltó el papel “opresor” del Estado en contra de las mujeres, los jóvenes y los niños indígenas.
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Los pueblos mayas han permitido un equilibrio entre la vida y del territorio. Buscamos que se reconozcan a los pueblos y el esfuerzo de las mujeres. El Estado busca ladinizarnos para eliminar nuestra identidad. Quieren matar a los pueblos porque buscamos vivir en vida, en nuestro territorio y con el medioambiente”, dijo Xinico.
Los invita a seguir luchando
Después de escuchar las exposiciones de las autoridades y los representantes de los pueblos indígenas, el Alto Comisionado aseguró estar “conmovido” por el dolor, la tristeza, la angustia y la marginación con la que viven.
He sido testigo de mucho sufrimiento en todo el mundo. Me parece increíble de que las personas sean capaces de tanta discriminación y racismo para despojar a otros de sus derechos. He aprendido una lección muy sencilla: Permitan que el enojo y la cólera los motiven y los movilice, pero hay que tener cuidado que esta cólera no los vaya a destruir”.
Al Hassier les recomendó a los pueblos originarios que aprovechen el amor entre los pueblos y que exijan sus derechos a la par de otras personas que creen y apoyan sus causas.
Ustedes nos inspiran a pelear. Ustedes sí tienen derechos y estos de deben expresarse y realizarse”, les dijo.