Tras haberse ilusionado con dos indicios (que resultaron negativos) en los últimos días, la incertidumbre se va transformando en angustia para los familiares de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan, que zarpó hace nueve días de Ushuaia, en el extremo sur de Argentina, y debía llegar el domingo pasado a Mar del Plata, 400 kilómetros al sur.
Las previsiones meteorológicas indican que este martes comenzará a calmar el fuerte viento que sopló sobre el Atlántico, en medio de un fuerte temporal que provocó olas de cinco y seis metros. Estas condiciones hacían prácticamente imposibles la tarea de búsqueda en la superficie del mar.
El portavoz de la Armada (Marina de Guerra), Enrique Balbi, explicó que en el operativo participaban siete países: Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Uruguay.
Un ruido desde el fondo del mar, que había sido registrado el martes por buques argentinos, aumentó la esperanza, pero finalmente se descartó que este viniera del submarino.
La Armada reveló que el ARA San Juan había reportado una avería en las baterías, sin alerta, antes de su última comunicación el miércoles pasado, cuando navegaba de regreso por el Golfo San Jorge, a 450 kilómetros de la costa argentina.
La zona de búsqueda inicial era un área de 300 kilómetros de diámetro, donde la profundidad va de 200 metros a 350 metros. Pero la posibilidad de que el navío se halle a la deriva obligó a ampliar el área a una distancia siete veces mayor.