“Por haber cometido estos crímenes, el tribunal condena a Ratko Mladic a cadena perpetua”, dijo el juez Alphons Orie, del Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia (TPIY) en La Haya.
El hijo de Mladic, Darko, anunció que su padre apelará el fallo de la justicia internacional, al considerarlo “falso y contrario a los hechos”.
“Los crímenes cometidos forman parten de los más odiosos del género humano”, añadió el juez, que considera que las circunstancias atenuantes que invocó la defensa, como su capacidad mental debilitada, “tuvieron poco peso” en el juicio.
La guerra en la antigua Yugoslavia dejó unos 100 mil muertos y 2.2 millones de desplazados entre 1992 y 1995.
Poco antes de conocer su condena, Mladic, de 94 años, comenzó a gritar y acusar de mentirosos a los jueces y fue evacuado de la sala.
El juez Orie también rechazó la petición de la defensa de interrumpir el proceso por la presión arterial demasiado alta del acusado.
“¡Mienten! ¡Ustedes mienten! No me siento bien”, gritó Mladic, conocido como el “Carnicero de los Balcanes”.
Tras su expulsión de la sala, fue llevado a un cuarto adyacente para escuchar el veredicto.
El acusado había decidido presentarse a la lectura de la sentencia después de haber dado a entender que no acudiría por motivos de salud.
A su llegada, vestido con un traje oscuro y una corbata de color rojo, levantó un dedo y sonrió a los fotógrafos que le esperaban. También saludó a su familia, que lo esperaba en la galería.
Mladic, acusado por el TPIY de ser el “cerebro detrás del asesinato de miles de personas” e imputado por genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, sigue siendo un “ídolo” para muchos en la República Srpska, la entidad serbia en Bosnia.
El TPIY fue creado en 1993 en La Haya para juzgar a los presuntos responsables de crímenes de guerra durante los conflictos en los Balcanes. Este cerrará definitivamente sus puertas el próximo 31 de diciembre.
La acusación pedía cadena perpetua para Mladic y la defensa su absolución. El ex jefe militar nunca reconoció su culpabilidad, si bien dijo lamentar “cada inocente muerto en todos los bandos, en todas las comunidades étnicas de la ex Yugoslavia”.