El ataque, cuatro días después de un asalto talibán a un gran hotel de Kabul, se produjo en Jalalabad, en el este de Afganistán, y además de la muerte de dos agentes de seguridad de la ONG y de un civil, dejó al menos 24 personas heridas.
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“'Save the Children' puede confirmar que el incidente de seguridad que afectó a nuestra oficina de Jalalabad, en Afganistán, sigue en curso”, dijo un portavoz de la organización en un comunicado, contradiciendo a un responsable local que había anunciado previamente el fin de dicha ofensiva.
En consecuencia, “todos nuestros programas en Afganistán quedaron suspendidos temporalmente y nuestras oficinas están cerradas”, añadió.
Tras hacer estallar un coche ante la sede de la oenegé británica, los atacantes dispararon una granada contra el complejo. El ataque fue reivindicado por el Estado Islámico (EI) a través de su órgano de propaganda, Amaq.
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“He oído una enorme explosión. Parecía un coche bomba. Nos hemos puesto a cubierto y he visto cómo un hombre armado con un lanzacohetes disparaba contra la puerta principal para entrar en el recinto”, contó Mohamad Amin, sobreviviente del ataque. La víctima, quien tuvo que ser hospitalizada por heridas en una pierna, logró escapar saltando por una ventana.
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El EI incrementó los ataques en zonas urbanas en los últimos meses, con las mezquitas y las fuerzas de seguridad afganas en la mira, en un momento en que su rama afgana se expande más allá de su bastión en el este.
El ataque contra “Save the Children”, que ayuda a los niños que trabajan en la calle y está presente en Afganistán desde 1976, es el último de una serie de ataques contra oenegés humanitarias en el país.
Ocurre, además, cuatro días después de la ofensiva contra un gran hotel de Kabul, reivindicado por los talibanes, que dejó más de veinte muertos, entre ellos 14 extranjeros, dos de ellos venezolanos.
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