“Es una gran gracia para mí estar rodeado en este último pedazo de camino, a veces un poco fatigante, de un amor y una bondad tales que no habría podido imaginar”, escribió Benedicto XVI en su carta.
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La misiva fue interpretada por muchos como una especie de “despedida”, debido al delicado estado de salud que, se cree, consume la vida del papa emérito alemán.
“En el lento debilitamiento de mi fuerza física, interiormente estoy en peregrinación hacia la Casa del Señor”, escribió Joseph Ratzinger en el texto difundido por el diario Corriere della Sera.
El papa emérito se declaró emocionado de que “tantos lectores desean saber cómo va este último periodo de su vida”.
Desde su revolucionaria dimisión en febrero de 2013, Benedicto XVI vive su jubilación en un pequeño monasterio en el Vaticano, en compañía de cuatro religiosas y de su secretario personal, Georg Gänswein.
Este último anunció, hace dos años, que el papa emérito se estaba “apagando como una vela: lenta y serenamente”.
Celebra la misa todos los días, reza mucho, recibe visitas dosificadas y responde a un voluminoso correo. Además, escucha los informativos televisados vespertinos y recibe varios diarios católicos así como publicaciones de teología.
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“Ya no controla sus manos, no puede tocar el piano, ve muy mal, pero tiene una lucidez perfecta, se acuerda de todo”, describió el año pasado un alto prelado del Vaticano.
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