En días recientes hemos presenciado un acto tal de vulgaridad, soez, bajo, de tal grado de odio e ira contra la religión y las creencias católicas, contra las creencias cristianas, contra el patrimonio intangible de la humanidad que para el mundo entero son las procesiones y las tradiciones religiosas guatemaltecas, que escribir esta columna me es muy difícil y penoso.
No solo ya a uno, como hombre, como ciudadano, como padre de familia, como abogado y como periodista de opinión, le duele mucho su país y nuestro maltrecho Estado de derecho y esta grosera, abusiva e insolente intervención extranjera de todo el aparato de justicia nacional, además de la destrucción de la Constitución, el Estado de derecho, la presunción de inocencia, las garantías procesales, el debido proceso y el proceso garantista penal, sino que ahora, esa misma izquierda retrógrada, indolente, insolente, arrogante y llena de odio e ira contra Guatemala, se empeña en querer destruir a la familia, la santidad de la vida humana, los valores tradicionales que por siglos los guatemaltecos hemos defendido y profesado, y encima se escudan en una degeneración total de la libertad de expresión del pensamiento y los sagrados derechos Constitucionales por los que tantas veces hemos luchado ya por décadas y décadas en este nuestro amado país.
No es posible que esta gente piense que puede insultar al menos a 10 millones de guatemaltecos y que esto se va a quedar así. No es posible que los embajadores de Noruega, Suecia, Alemania, Países Bajos, Suiza, Francia, Dinamarca y España, y ONG extranjeras como Soros y USAID, crean que los guatemaltecos somos una especie de cobaya o esclavo indolente que puede ser mancillado, insultado, arrastrado por el piso, pisoteado y encima hay que decirles ¡¡¡“muchas gracias por ‘venirnos a ayudar’”!!!
Me lleno de coraje al ver semejante arrogancia, semejante atropello a una de las tradiciones más sublimes y centenarias que tenemos todos los guatemaltecos, sin importar nuestro credo ni procedencia, como son las majestuosas procesiones de la Semana Mayor, que son las más grandes y solemnes del mundo entero, para ver que un grupúsculo espurio, mal educado, insolente, profano y abusivo, pasando enfrente de la Catedral, el templo más importante del cristianismo católico de todo el país, haga semejante insulto como el que hizo.
Ya todos ustedes saben a qué insulto me refiero, es algo tan vulgar, tan soez, tan bajo y tan lleno de ira, odio y falta de respeto que no voy, con mi columna, a premiar a los que lo hicieron haciéndoles propaganda gratis de su vulgaridad.
Eso sí, ya firmé dos peticiones en Change.org (tengo entendido que dicha petición al nuncio apostólico sumó ya más de 5 mil firmas en menos de 4 horas desde que se subió a redes) y en redes sociales pidiéndole al nuncio apostólico monseñor Thevenin y a la Conferencia Episcopal completa que procedan a presentarle formal protesta al Gobierno de Guatemala e inmediatamente se proceda a la destitución por manifiesta insolencia, incompetencia e ineptitud al procurador de los Derechos Humanos, no solo por caer en el presunto delito flagrante de desobediencia de la sentencia de la CC que le ordena publicar un folleto defendiendo el derecho a la vida y la Constitución, sino porque este político de extrema izquierda, colaborador y simpatizante de la guerrilla asesina y secuestradora del siglo XX, al cual llaman PDH, llegó una vez más a “solidarizarse” con semejante vulgaridad, atropello y tropelía, que no solo denigra a la mujer guatemalteca y su sexualidad, insulta el bendito y sagrado rosario del pueblo católico de Guatemala y del mundo, sino que llega a ponerse del lado de semejante vulgaridad contra María Santísima y contra la religión católica y la libertad de culto, establecida y defendida por la Constitución, además de que sigue sin declararse en contra del aborto y de los flagrantes delitos de apología del aborto de los diputados de Convergencia (también exguerrilleros del EGP igual que él, Sandra Morán y Leocadio Juracán).
Esto sucede en Guatemala, connacionales, porque hemos dejado que cientos o miles de millones de dólares y euros de gobiernos y ONG violentas, corruptas y abortistas penetren en los asuntos internos y la política nacional a través de ONG locales y sus aliados, en gran medida sus antiguos socios en la guerra de guerrillas del siglo XX, y no hemos expulsado del país de una vez por todas a todas esas embajadas y organizaciones que promueven la destrucción de la familia, la Constitución, la vida, la paz social, la libertad y la propiedad privada de todos los guatemaltecos.
Agradezco muy especialmente a los cristianos evangélicos, que exactamente igual que yo, un católico, están ofendidísimos por semejante vulgaridad y agradezco igualmente a mis amigos agnósticos y no creyentes que igualmente por FB, Twitter y otras redes sociales me han expresado su indignación y rechazo absoluto de la gran ofensa que se le ha hecho al pueblo de Guatemala, a sus tradiciones centenarias, a su patrimonio histórico, cultural y religioso y a las más básicas normas de convivencia pacifica, respeto y razonabilidad que cualquier sociedad civilizado o grupo humano debe guardar entre hombres y mujeres de bien, para tener una convivencia pacífica y en armonía a pesar de tener creencias o ideas distintas o contrapuestas.
¡¡¡Dios nos ayude y María Santísima nos dé fuerzas para librar esta batalla!!!