Tal y como se ha visto en incontables documentales, películas y últimamente en 'The Crown', la familia Windsor, muy a su pesar –y muy para su buena fortuna– sigue siendo la más seguida del planeta desde hace un siglo. Eso, a pesar de la voluntad de sus fundadores de tener esa imagen adusta y austera que hoy por hoy solo aplica para mantenerlos en vigencia. Y eso es lo que hacen mejor: mantenerse vigentes. Y es lo que ahora se ve con la boda de Meghan Markle y el príncipe Harry.
Los Windsor han pasado pruebas duras ante sus propias creencias: debieron cambiarse el apellido a uno menos alemán en la Primera Guerra Mundial, lograron pasar por la crisis de la abdicación de Eduardo VIII y su amor por Wallis Simpson, hasta lograr aprender que el amor va antes que el deber y que no es para siempre, como sucedió con Carlos//Diana//Andrés//Fergie y la posterior muerte de 'La Princesa del Pueblo'. Se han adaptado, sí. En apariencia, con fotos en redes sociales como Instagram, la reina en paracaídas en los Juegos Olímpicos de Londres o retratos hechos por Annie Leibovitz. Pero a profundidad, con lecciones aprendidas a regañadientes, desde lo que pasó con Eduardo VIII y con Diana. Ahora pasará con Meghan Markle, pero en la misma tónica. ¿Por qué, si esto ha funcionado tan bien con Kate Middleton?
Meghan sigue siendo tan exótica en Gran Bretaña como los afros que se identifican como tales en el país
Por esa misma reticencia y esos mismos conflictos de identidad que hay en Gran Bretaña y en ciertos sectores hegemónicos de la sociedad inglesa, increíblemente, por el color de su piel y por su origen. Eso, a pesar de que Meghan sea un respiro de aire fresco y diversidad, reflejo de una nación que también es moderna y diversa pero que aún resiente esa inclusión por su antiguo sistema de castas. ¿Por qué tanta aversión a la nueva superestrella de la corona británica?
Comparaciones odiosas
Meghan Markle parece ser otro best-seller dentro de Buckingham: todo lo que usa se agota, así sea poco accesible para la mujer promedio. Se escribe sobre sus secretos de belleza. Se alaban sus looks. Se recuerda con orgullo su primera victoria pública: el hecho de hablar contra un comercial sexista a sus 11 años. Es una mujer que se ha ganado –y por derecho propio– lo que tiene. Pero esto no la salva del odio: Le llegó una carta con polvo blanco y los comentarios denigrándola por su origen birracial calaron tanto, que Harry mismo tuvo que salir a defenderla. Incluso la han comparado con Wallis Simpson por su divorcio, aunque la comparación sea traída de los cabellos, porque se suele olvidar que la dama de Baltimore fue germanófila y nazi a más no poder, mientras que Markle es activista por los derechos de las mujeres que dio un discurso en la ONU.
¿Es ese viejo sistema de castas, tan visto en las obras de Julian Fellowes (como 'Gosford Park' y 'Downton Abbey'), tan excluyente y rígido en sus normas, todavía tan presente en la sociedad inglesa, que fascina a tantos por lo mismo, lo que impulsa a ver esa reticencia hacia Markle? ¿Es ese racismo que aún impera en Gran Bretaña, a pesar de ser un crisol de orígenes por su pasado imperialista y colonial precisamente? Sí y sí. De hecho, los medios británicos han sido enfáticos hacia el origen de Meghan con titulares como “de esclavos a la realeza”, o con escritos como los de Rachel Johnson al decir que traería un “rico y exótico ADN” a la familia real. También describió a su madre como una “Afroamericana con rastas de un mal vecindario” y se ha hecho hincapié en su divorcio (de nuevo, el fantasma de Wallis), mostrando que ella hace 70 años sería más una amante que una esposa. Jo Marley, novia del líder de UKIP (partido a favor del Brexit) tuvo que retractarse por decir que ella manchaba a la familia real y que no se acostaría con un afro porque son “feos”.
¿Es ese viejo sistema de castas, tan visto en las obras de Julian Fellowes (como \'Gosford Park\' y \'Downton Abbey\'), tan excluyente y rígido en sus normas, todavía tan presente en la sociedad inglesa, que fascina a tantos por lo mismo, lo que impulsa a ver esa reticencia hacia Markle? ¿Es ese racismo que aún impera en Gran Bretaña, a pesar de ser un crisol de orígenes por su pasado imperialista y colonial precisamente? Sí y sí.
Y es que Meghan sigue siendo exótica, tan exótica como los afros británicos que se identifican como tales, según el censo de 2011. Solo el 2% de ellos se identificaron como birraciales y no ayuda mucho tampoco que luego del Brexit, se hubiese incrementado, en un 57%, el crimen de odio en Gran Bretaña y sus actitudes hacia otros orígenes, especialmente el islámico. Y desde que el país fue un Imperio, muchos ciudadanos británicos de origen indio o de ultramar han sido tratados (así sean blancos, como los irlandeses) como 'británicos de segunda'.
Esa espina es la que todavía se refleja en una familia que por décadas pareció encarnar el establecimiento hasta que este casi se los lleva de frente. Y eso ellos lo saben bien. “No hay que subestimar el simbolismo de este matrimonio para la Familia Real, ya que ellos representan un rol simbólico, a pesar de que esta sea la antítesis de la diversidad (…) que nuestro conflicto con la raza e identidad vengan con la llegada de Meghan a escena”, escribía Afua Hirsch en The Guardian el año pasado. Y quizás ese es el reto de esta familia que lo ha enfrentado todo y que ahora, con Meghan Markle, debe enfrentar sus propios prejuicios, que son los mismos de su nación.
P y R
Paloma Barrientos /Periodista experta en realeza/ Revista Vanitatis, España.
¿Qué significa para la familia real británica –y para Inglaterra– que esta pareja sea birracial?
–Hay que ver que una parte de Inglaterra es absolutamente clasista y racista. Y es claro, que un miembro de la familia real negro levanta escozor. Pero bueno, los tiempos cambian y a saber si la monarquía inglesa sigue viva. Para mí es fundamental la estabilidad que le da a Harry. Y ahora, si la monarquía no evoluciona, desaparece.
¿Usted cree que el mérito de los Windsor ha sido saber adaptarse a los tiempos?
–Ha sido tener a la reina, quien ha durado más tiempo al mando de un país. Pero la monarquía vio ese cambio sobre todo a raíz de la muerte de Diana, como se vio en la película 'La Reina' (2006) , cuando ella se pregunta: “¿por qué han dejado de querernos?” Creo que ese es el punto de inflexión. Lo que no se sabe es si realmente el príncipe Carlos reinará o será su hijo.
Mucha gente en Inglaterra ha comparado a Meghan Markle con Wallis Simpson por ser divorciada, ¿muy traída de los pelos esta comparación?
–Sí, porque ella era divorciada, con un carácter muy fuerte y el del príncipe Eduardo era todo lo contrario, como supimos después, muy manejado por ella. Meghan y Harry son todo lo contrario. Hay que tener en cuenta que a este chico se le muere su madre a los 12 años y perdió absolutamente el norte, tuvo años absolutamente locos. Y esta chica le ha dado una estabilidad afectiva total. Me encanta esta pareja. Este chico se merece ser feliz y con ella lo va a ser.
¿Por qué cree que la reina aceptó tan naturalmente esta relación? ¿Fue por lo que pasó con Diana y Carlos?
–Hay que tener en cuenta que la reina ya tiene más de 90 años y que cambian los tiempos. Y que las tragedias que puedan suceder en el futuro relacionadas con estas bodas ya no las va a sufrir y quiere que sus nietos sean felices. Ahora, hay que tener en cuenta que tanto el príncipe Harry como su hermano vivieron el desamor de sus padres y sus infidelidades, con eso, ellos serán lo contrario: hombres fieles y con parejas muy estables.