Militantes de los principales partidos políticos opositores de Venezuela no participarán en las elecciones del próximo domingo; algunos están proscritos y otros consideran que el proceso comicial está viciado y que favorece abiertamente al actual presidente. Los rostros visibles de los antagonistas a Nicolás Maduro están presos o en el exilo.
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Las divisiones en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y el Frente Amplio por la Liberación de Venezuela son evidentes y en la actualidad la oposición nacional no cuenta con un líder de peso que pueda enfrentar al mandatario bolivariano.
Sin el carisma, retórica, dinero y capacidad de persuasión de su antecesor, el actual presidente fue sorteando dificultades hasta consolidar su liderazgo al interior de la revolución. Una crisis económica y social sin precedente, una oposición unida que venía de un triunfo importante en las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional (2015) y las dudas sobre la capacidad del gabinete ejecutivo no fueron factores que comprometieron la continuidad del gobierno actual.
Así lo considera el economista y consultor gerencial, Benjamín Tripier, en conversación con Metro World News. “Sin pausa, ha ido consolidando la revolución bolivariana, aunado a los grupos de poder que conforman el aparato estatal: el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral, la Fuerza Armada Nacional y la Asamblea Nacional Constituyente. En este escenario de efectuarán las elecciones del domingo 20”, afirmó.
Maduro enfrenta al exgobernador del estado Lara (occidente), Henri Falcón, quien proviene de las filas del oficialismo y quien ha prometido enfrentar la crisis económica y dolarizar los salarios de los venezolanos.
La hiperinflación sacude a esta nación petrolera. Tanto Falcón como otro contrincante a Maduro, el pastor evangélico Javier Bertucci, han prometido trabajar para recuperar la economía y el poder de compra de los sueldos. El candidato a la reelección promete futuro, patria y una Venezuela unida.
Sobre encuestas
Sondeos de opinión divulgados en Caracas apuntan a que al menos ocho de cada diez venezolanos estima que la situación del país es mala o muy mala. En el grupo se incluyen simpatizantes del gobierno y de la oposición.
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En relación con la intención de voto para el domingo, el grupo pro oficialismo, que representa 30 % de apoyo al gobierno, está muy dispuesto a participar, mientras que el casi el 70 % que rechaza a Maduro se debate entre participar o no en los comicios, calificados como “no competitivos”, por dirigentes políticos antagonistas a Maduro.
Para el sociólogo Oscar Schemel, presidente de la encuestadora Hinterlaces, “Maduro está en campaña desde hace mucho tiempo y se ha convertido en el protector del pueblo venezolano con su política de pago de bonos de compensación para enfrentar la hiperinflación. El presidente ha construido una imagen a pesar de que es rechazado por el 51 % de los venezolanos”. Aseveró que 80 % de los militantes y simpatizantes del oficialismo están dispuestos a votar el domingo y que “con ese apoyo es suficiente para ganar una elección”.
El consultor Benjamín Tripier afirma que “de eso se trata… de tener 30 % o 20 % a favor y 80 % en contra y gobernar y ganar elecciones; es cómo triunfar siendo minoría política y social (…) la respuesta está en un férreo control social que hace que 'candelita que se prende, candelita que se apaga' (protestas y conflictos) tanto en el ámbito civil como en el militar”.
Advierte que “tanto poder (para el gobierno) poder llevar a la arrogancia y a la soberbia, y éstas llevan a perder los fusibles y alertas protectoras cuando son más necesarias. Las vulnerabilidades actuales del chavismo provienen del exceso de poder y de la práctica de reemplazar participación por control. Las protestas civiles son aisladas, atomizadas y controladas, y los movimientos militares también son aislados y castigados con dureza”.
Un voto, una bolsa
Publinews Internacional visitó esta semana varios mercados populares. Los más grandes pertenecen al gobierno y hasta hace dos semanas estuvieron semi vacíos. A pocas horas de las elecciones fueron surtidos, según declararon algunos ciudadanos entrevistados.
Para Magdalena Aparicio, desempleada de 37 años, “tengo que hacer una larga cola (fila) desde la madrugada para poder entrar al abasto Bicentenario de Caracas y así poder comprar algunos productos como arroz, espagueti, aceite, granos, mayonesa o mantequilla. Son muy baratos, cuestan un poco más de 6 mil bolívares (0.6 centavos de dólar al tipo de cambio no oficial). Con eso resuelvo algo de comida aunque no venden pollo, carne o pescado. Tengo meses sin saber lo que es una proteína porque no puedo pagar el kilo de bistec en 3 mil 600 bolívares (3,6 dólares al tipo de cambio no oficial)”.
Dijo estar consciente de que en fechas cercanas a elecciones “hay comida, alguna que otra medicina en la calle a precios muy baratos. Pero la cola (fila) que hay que soportar es infernal. No voy a votar por Maduro, ni por nadie, no me interesan las elecciones, esta gente (el oficialismo) se atornilló en el gobierno y no voy a perder mi tiempo escogiendo candidato”.
Pablo Rosas de 39 años explica que llegó al abasto Bicentenario, ubicado al este de Caracas, a las 3 de la mañana de un martes, “dormí en la calle junto a mucha gente para que hoy miércoles a las ocho los militares nos dejen entrar al mercado. Esto no me gusta, pero mi consuelo es llevar mis dos bolsas; yo trabajo como oficial de seguridad y gano el salario mínimo (2,5 millones de bolívares, 2,7 dólares al tipo de cambio no oficial). Yo tengo que votar por Maduro, yo recibo otras ayudas del gobierno y no quiero que me las quiten. Mis hijos y yo tenemos qué comer, y yo no me puedo ir de Venezuela. No tengo pasaporte o lugar donde llegar. Me dicen que Chile apretó y ahora nos piden visa a los venezolanos. P’a que me maltraten en otro lado, me quedo acá haciendo mi cola”.
La enfermera Rosiris Salazar expresa su desilusión y descontento, “no es posible que pasemos tanto trabajo. La gente se acostumbró a esto (la revolución) y va a seguir votando por Maduro o por cualquiera de ellos. No hay luz, no hay agua, no hay internet, no hay medicinas o comida. No aguanto más, luché mucho por mi país, pero creo que lo mejor es irme del país con mi esposo y mis dos niñas. Unas amigas están en Perú y me dijeron que nos recibirían. Ya estamos sacando el pasaporte. No me volveré vieja esperando el cambio”.
Esta mujer de 34 años no votará por nadie el domingo. “La oposición no existe; el gobierno se comió a Leopoldo (López, preso), a Capriles (inhabilitado por 15 años para participa en elecciones) o en Ledezma (exiliado en España). Dijo estar seis horas en la fila para adquirir las dos bolsas de comida, “espero que sea una de las últimas veces que haga esto”, dijo convencida.