Tras finalizar con la segunda erupción de este año, el volcán de Fuego continúa este lunes con explosiones débiles y moderadas y la expulsión de columnas de ceniza, aunque esta actividad se enmarca dentro de lo normal, según las autoridades.
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La erupción registrada ayer fue la más fuerte de ese coloso desde 1974, según lo dio a conocer Gustavo Chigna, experto del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh).
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“En 1974 fue una erupción muy grande, hubo en la zona de Yepocapa más de metro y medio de ceniza. Desde esa época no se había tenido una erupción tan violenta donde bajaran flujos piroclásticos en cinco barrancas al mismo tiempo, con esa magnitud”, señaló el vulcanólogo.
El pasado domingo por la barranca Seca descendieron flujos de 10 kilómetros de longitud, y en Las Lajas, alcanzaron los 14 kilómetros de longitud.
Mientras que este día hay bloques que están en la orilla del cráter y esto está generando pequeños flujos piroclásticos o avalanchas, los cuales descienden principalmente por la barranca Las Lajas, situación que ha generado alarma porque fue en esta en donde se generaron los problemas ayer.
“Estamos dentro de una actividad que está volviendo a la normalidad, los retumbos son característicos de este volcán. Recordemos que la erupción fue muy grande y que el cráter está muy abierto y eso hace que se den explosiones con retumbos más fuertes, por lo que indudablemente hay que tomar todas las precauciones del caso ya que las barrancas están llenas”, señaló el entrevistado.
El experto añadió que los remanentes de flujos piroclásticos están muy calientes en la parte baja del coloso, bajaron con temperaturas de 600 a 700, y la presencia de este tipo de material es la causa de que hayan personas con quemaduras.
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Lahares, el mayor peligro
El vulcanólogo dio a conocer que la presencia de lahares es lo más peligroso después de una erupción, pues acarrearán abundante material que podría afectar a poblaciones ubicadas en la parte baja, ya que actualmente estos no tienen un cause definido.
“Los lahares pueden causar mucho más daños que los flujos piroclásticos”, aseguró Chigna, y mencionó que la comunidad más afectada podría ser Las Palmas, que está ubicada muy cerca de Siquinalá, Escuintla.
Los lahares transportan material volcánico fino en bloques con diferentes diámetros, que incluso arrastran troncos y ramas. De igual forma, en su trayectoria levantan columnas de vapor, por lo cual es recomendable no permanecer dentro de las barrancas ni en sus cercanías, ya que pueden darse daños personales, explicó Chigna.
“Las barrancas han llegado a tener 70 u 80 metros profundidad y más de 100 a 150 metros de ancho. Estas van a ser vaciadas por el agua (de la lluvia) en el transcurso del año”, detalló.
Los flujos piroclásticos son nubes de gases con material pulverizado que baja a grandes velocidades por las faldas de volcán en forma y tienen temperaturas hasta de 600 o 700 grados y pueden viajar incluso a más de 60 kilómetros por hora.
Esos bloques, con la acción del agua, comienzan a erosionar material y se hace una mezcla de material de origen volcánico con el agua, y a medida que va descendiendo, se adhiere más material por la barranca y se convierte en grandes lahares.
Otros riesgos
Además de la destrucción que puede generar la caída de este material volcánico a altas temperaturas, tanto a las personas, cultivos y viviendas, existen los riesgos por inhalar ceniza.
Según Chigna, si se va a permanecer en el lugar afectado, lo mínimo que se puede hacer es utilizar una mascarilla, pues la ceniza es muy fina y el contacto con esta puede generar problemas respiratorios y en los ojos. Otro aspecto es que la presencia de lluvias va a levantar gases que son dañinos para la salud y se podría presentar lluvia ácida en la zona.