Muros de adoquines y casas quemadas se pueden observar en la combativa ciudad de Masaya, en el sur de Nicaragua, que resiste al asedio de las fuerzas del gobierno de Daniel Ortega, en una escalada de violentas protestas que dejan 187 muertos en dos meses.
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Entre el llanto y la indignación, familiares y vecinos enterraron a las tres personas que murieron la víspera en la incursión de antimotines y paramilitares a esta ciudad ubicada 35 kms al sur de Managua, que el lunes se declaró en rebeldía para exigir la salida del poder de Ortega.
"Esto está horrible. La gente se está muriendo por este gobierno que no se quiere ir", dijo a AFP Ramona Alemán, ama de casa de 40 años, en un cementerio de Masaya donde sepultaron a Marvin López, muerto en una trinchera de un disparo en la garganta. Su féretro fue cubierto con la bandera de Nicaragua.
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En algunas zonas de la ciudad se escuchaban aún disparos de balas y el estallidos de morteros. Camionetas de antimotines con pasamontañas recorren el casco central, pero en los barrios de la periferia aún muchos pobladores permanecen atrincherados.
Pobladores reportaron también disparos y ataques de hombres fuertemente armados en las ciudades de Jinotepe, León, Matagalpa y Estelí, donde el miércoles murió una persona.