Los funcionarios del gobierno del presidente Donald Trump han enviado bebés y otros infantes que fueron separados a la fuerza de sus padres en la frontera sur de Estados Unidos a por lo menos tres albergues especializados en el sur de Texas.
Y los abogados y médicos que han visitado estas instalaciones en el valle de Río Grande comentaron que hay salas de juegos con niños pequeños llorando y en crisis.
Desde que la Casa Blanca anunció su política de “tolerancia cero” a principios de mayo, más de 2,300 menores han sido separados de sus padres en la frontera, lo que provocó un nuevo flujo de infantes que requieren cuidado gubernamental.
El gobierno de Estados Unidos ha enfrentado duras críticas luego de que se mostraron imágenes de algunos menores enjaulados en instalaciones de la Patrulla Fronteriza.
Trauma
Los médicos y abogados que han visitado los albergues dijeron que las instalaciones están en buenas condiciones, limpias y que son seguras, pero indicaron que los niños, quienes no tienen idea de dónde están sus padres, estaban histéricos, llorando y actuando para tratar de expresar sus emociones.
“Los albergues no son el problema, separar a los niños de sus padres es el problema”, dijo la pediatra Marsha Griffin del sur de Texas, quien ha visitado varios albergues.
Alicia Lieberman, quien dirige la Red de Tratamiento de Traumas Tempranos en la Universidad de California, campus San Francisco, dijo que décadas de estudio muestran que las separaciones tempranas pueden causar daños emocionales permanentes.
“Los niños están programados para desarrollarse mejor bajo el cuidado de una figura paterna. Cuando se rompe ese lazo mediante separaciones largas e imprevistas sin una fecha determinada para reunirse, los niños responden a los niveles psicológicos y emocionales más profundos”, señaló.
“Su miedo genera un torrente de hormonas del estrés que altera los circuitos neuronales del cerebro, crea altos niveles de ansiedad, los hace susceptibles a enfermedades físicas y emocionales, y daña su capacidad para manejar sus emociones, para confiar en la gente y para concentrarse en actividades propias de su edad”, agregó.
Sin datos
Responsables tanto de las fuerzas del orden como del HHS señalaron que no hay datos concretos sobre los infantes de menos de 5 años, menos de 2 o tan pequeños no saben hablar.
"En su mayoría, las instalaciones que tienen no están autorizadas para niños tan pequeños”, dijo Michelle Brane, responsables de derechos de los migrantes en la Women's Refugee Commission, quien se encontró con una niña de cuatro años con pañales en un centro de McAllen donde la patrulla fronteriza aloja temporalmente a las familias migrantes.
"No hay un modelo para cómo alojar a montones de niños pequeños en catres en nuestro país. No tenemos orfanatos y nuestro sistema de protección de menores ha reconocido que esta es una solución inapropiada para los infantes”.
Los jefes de campo de la patrulla fronteriza de los nueve distritos fronterizos pueden emplear su propio criterio para determinar la edad en que los menores pueden ser separados de su madre.
La HHS considera que se puede hacer con niños de 12 años o menos, pero la patrulla fronteriza cree que el límite es de 5 años.