La victoria de Andrés Manuel López Obrador simboliza el hartazgo de la sociedad mexicana y representa la diversidad del país. Este triunfo termina con una era bipartidista en la Presidencia y, en especial con la del PRI, luego de un gobierno en el que la corrupción y las presiones a los medios de comunicación protagonizaron los mayores escándalos de Enrique Peña Nieto en Los Pinos. Con el triunfo del tabasqueño llega al poder la izquierda en una jornada histórica para el país.
Luego de tres meses de campaña, el candidato oficialista del PRI sufrió una de las derrotas más estrepitosas. Pero Morena —partido de López Obrador— además logró convertirse en el puntero en estados como Tabasco, Chiapas y en la misma capital del país.
Finalmente y con los primeros datos en la mano, López Obrador hubiera ganado los comicios con más del 45% de los votos, gracias a su promesa de dar a México una nueva oportunidad acabando con la corrupción en todos los estamentos. Sin embargo, ahora AMLO tendrá dos grandes retos, que es renegociar con Trump el Tratado de Libre Comercio y revisar las reformas estructurales aprobadas por Enrique Peña Nieto, el presidente de la República más impopular de los últimos 30 años.
Aún así, la historia de México ya dio un giro y a todos los ciudadanos les toca cumplir su parte que es exigir que no caiga en la inercia de otros gobiernos de izquierda fallidos.
López Obrador deberá cumplir no sólo con los postulados contra la corrupción, sino de hablar con todos los actores de la sociedad como partidos políticos, empresarios y medios de comunicación.