Familiares y amigos despiden este miércoles a diez integrantes de la familia Paz Bucú, que fallecieron tras la erupción del volcán de Fuego ocurrida el pasado 3 de junio, la cual causó daños en varias comunidades y generó la muerte de por lo menos 113 personas.
En el parque del municipio de San Juan Alotenango, en Sacatepéquez, fueron colocados los féretros con los restos de una pareja, sus seis hijas, una de sus nueras y una nieta. Fotografías de cada uno de ellos y arreglos florales se podían observar sobre los ataúdes.
Los cuerpos fueron encontrados hace aproximadamente 20 días, pero debieron ser sometidos a procesos de verificación de identidad en el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), por lo cual hasta ayer fueron entregados a sus parientes.
El velatorio se inició anoche, mientras que hoy serán inhumados. A las 13:00 horas se realizará un servicio religioso y posterior a ello saldrá desde el parque el cortejo fúnebre hacia el cementerio de la localidad, en donde a las 15:00 horas se les dará el último adiós.
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Desde las 6:00 de la mañana de este miércoles, un grupo de pobladores se hizo presente al camposanto y con palas y piochas cavó en el lugar donde será sepultada la familia.
La fosa mide 9 por 2 metros y tiene una profundidad de dos metros, en esta serán inhumados los diez cuerpos.
Las víctimas
Los fallecidos son los esposos Armenia Bucú López, de 59 años; y José Fernando Paz, de 60. Además, sus seis hijas María Luisa, de 38; Marcelina, de 30; Maribel, de 24; Mildred, de 18; Catalina, de 34; y Telma, de 21 años, todas de apellidos Paz Bucú.
De igual forma, murieron Yuri Marleny Toma, de 25 años, y Julia Graciela Pérez Paz, de 13, esposa e hija respectivamente, de uno de los hijos de la pareja que sobrevivió a la tragedia.
Vivían en la zona cero
La familia Paz Bucú residía en la comunidad San Miguel Los Lotes, en Escuintla, una de las más afectadas por la erupción.
Sus restos fueron encontrados en el interior de su vivienda por medio de labores coordinadas por sus parientes y conocidos, quienes consiguieron colaboración de personas particulares para contratar maquinaria y realizar la búsqueda.
Debido a que sus parientes que sobrevivieron a la tragedia habitan en Alotenango, decidieron enterrarlos en ese municipio, cuyo cementerio hasta ahora se ha convertido en el lugar de descanso de 30 víctimas de la tragedia.