El presidente Donald Trump y su homólogo ruso, Vladimir Putin, llegaron el lunes al palacio presidencial de Helsinki para su esperada cumbre.
La cumbre se produce horas después de que el mandatario estadounidense culpó a su país, y no a la intromisión del Kremlin en las elecciones a la Casa Blanca ni a la anexión de Crimea, por el mal momento que atraviesan las relaciones entre Washington y Moscú.
El encuentro cara a cara entre los dos dirigentes en la capital de Finlandia tendrá como telón de fondo unas deterioradas alianzas occidentales, los avances en la pesquisa sobre la intromisión electoral y el temor a que la agresión de Moscú quede impune.
Casi todos en contra
La reunión, que será seguida de cerca en muchas capitales del mundo, fue condenada de antemano por varios miembros del Congreso de ambos partidos luego de la acusación presentada en Estados Unidos la semana pasada contra 12 oficiales de la inteligencia militar rusa acusados de hackear a los demócratas en los comicios de 2016.
Según las investigaciones, la interferencia fue para ayudar a Trump a llegar a la Casa Blanca.
Inmune a esto, el dirigente estadounidense se sentará cara a cara con Putin, el autoritario líder por quien ha expresado admiración.
Trump fue recibido en el palacio por el presidente de Finlandia, Sauli Niinistö.
Empieza tarde
La cumbre comenzó más tarde de lo previsto porque Putin llegó a Helsinki con alrededor de media hora de demora en otra muestra de su famosa falta de puntualidad.
El presiente estadounidense pareció devolverle el favor y esperó a que el ruso llegase al lugar de la reunión antes de salir de su hotel.
No es la primera vez que Putin llega tarde a citas con otros líderes mundiales. Ya ocurrió en encuentros con la reina Isabel II de Inglaterra y el papa Francisco, entre otros.
Trump y sus asesores han intentado repetidamente rebajar las expectativas en torno a las conclusiones de la cita.
En declaraciones a CBS News, señaló que no "espera nada" de Putin, mientras que su asesor de Seguridad Nacional declaró que Washington no estaba buscando pactos “concretos”.
Durante un desayuno de trabajo con el presidente finlandés antes el lunes, Trump dijo a reporteros que pensaba que la reunión saldrá “bien”.
Las dudas giran en torno a si Trump reprenderá dura y públicamente a su par ruso por la intromisión electoral que derivó en la investigación del fiscal especial Robert Mueller, un proceso que califica constantemente como “caza de brujas”.
En sus tuits del lunes, el presidente estadounidense siguió despreciando la pesquisa y culpó a su predecesor, Barack Obama, por no frenar los esfuerzos rusos en los comicios de 2016. Señaló que el mandatario demócrata "fue informado por el FBI sobre la intromisión rusa, dijo que no podía pasar, que no era gran cosa y no hizo NADA al respecto”.
En realidad, el gobierno sí tomó medidas: Obama confrontó personalmente a Putin; se expulsó a casi tres docenas de diplomáticos rusos que según las autoridades estadounidenses eran en realidad operativos de inteligencia y se impusieron nuevas sanciones.
Mientras Trump está ansioso por protagonizar otro momento televisivo que acapare titulares como ocurrió en su encuentro con el líder norcoreano, Kim Jong Un, el mes pasado, la misión principal del Kremlin fue conseguir que se celebrase.
Putin espera que la cumbre, a pocas horas de presidir la final del Mundial, le ayude a forjar una buena relación personal con su homólogo y se centre en aspectos en los que las dos naciones pueden encontrar puntos en común, como Siria.
Los dos líderes se reunirán primero en solitario en la opulenta sala gótica del palacio presidencial. Más tarde se sumarán a las conversaciones un grupo de asistentes para el almuerzo en el Salón de los Espejos, que en su día fue la sala del trono del emperador. La jornada culminará con una conferencia de prensa conjunta.