El balance humano de estos siniestros, los más mortíferos en lo que va del siglo tras los de Australia en 2009, se elevó a 80 fallecidos, con el deceso en un hospital de un octogenario. Once personas se encuentran en estado crítico, con asistencia respiratoria.
En vista del estado de los cuerpos, su identificación será larga, subrayó la portavoz de los bomberos, Stavroula Maliri.
A la espera, autoridades y voluntarios intentan ayudar a los damnificados que hayan perdido familiares, casa o empleo, o a veces todo. El inventario de los daños, que apenas comienza, menciona 300 casas y tiendas arrasadas o seriamente dañadas.
Los socorristas continúan los rescates, especialmente en la ciudad de Mati y en Kokkino Limanaki, un barrio de la ciudad portuaria de Rafina, a unos 40 km de Atenas, donde hay cientos de viviendas y vehículos quemados.
"Estrés postraumático"
Según los testimonios, la suerte de los habitantes a veces se jugó "a cara o cruz", entre huir o mantenerse a cubierto, dirigirse hacia el mar o en dirección opuesta. En cualquier caso, la playa se revelaba lo más indicado y no el precipicio que cae a pico sobre el mar.
En el gimnasio de Rafina, convertido en centro de auxilio, el espíritu de solidaridad que reina desde el martes ha hecho que llegasen comida, medicamentos y ropas, en tanto varias empresas han abierto cuentas para depositar ayuda económica.
Pasado el primer 'shock', se desencadenó una polémica respecto a esta catástrofe.
El gobierno, que declaró tres días de duelo nacional, aseguró rápidamente que todas las familias serán indemnizadas, que tomaría a su cargo las exequias, y que exoneraría a los sobrevivientes de impuestos sobre las casas y terrenos, así como de las facturas de electricidad durante 2018.