En Guatemala solo estudia la mitad de la población entre 5 y 18 años. La mayoría lo hace en el sistema público, aunque los centros privados aumentaron 32% respecto a hace 10 años. En 2017 solo el 60% de los alumnos estudió primaria.
Estudiar secundaria es aún más complicado porque el sistema contempla 47% de establecimientos educativos privados. Y a diversificado solo llegaron 2 de cada 10 jóvenes entre 16 y 18 años.
Los colegios de diversificado solo representan el 9% de todo el sistema educativo. En este nivel, la mayoría es del sector privado, que desde 1992 tiene más del 80% de la oferta educativa. En diversificado, el colegio y los resultados académicos están definidos por el nivel socioeconómico de las familias. Y es Guatemala el municipio del país que muestra mayores diferencias entre los que más tienen y los que menos.
El Práctico Secretarial es un colegio en la zona 1 de la capital y es el penúltimo lugar en la prueba anual a graduandos que realiza el Ministerio de Educación, sus alumnos son los más pobres. Dos centros vinculados al Opus Dei, el de hombres El Roble y el de mujeres Campoalegre, en la zona 11, son dos de los centros con mayor nivel socioeconómico del país y tienen resultados académicos igual de altos, entre los cinco mejores de la ciudad. Estos tres centros están en los extremos de la brecha educativa. Entre ellos, la diferencia que condiciona el presente y el futuro de sus estudiantes.
El colegio fantasma
Los bajos resultados en esta historia empiezan con la ubicación. El Práctico Secretarial es un centro privado que, aunque tiene su sede registrada en la zona 1, realmente opera en Senahú, un montañoso pueblo de Alta Verapaz, porque su propietario cometió una ilegalidad administrativa. Por eso, cada año, los alumnos se costean el viaje en bus y una noche de hospedaje por hacer la prueba anual de graduandos en la capital.
La sede de zona 1 funcionó desde 1989 hasta alguna fecha inconcreta que el propietario no aclara. Ahora solo es una casa antigua que huele a miel porque hay un panal de abeja adherido a los archiveros del armario en un aula. Si el Práctico Secretarial estuviese registrado donde realmente está, en Alta Verapaz, y sus pruebas se compararan con las de otros colegios de ese departamento, entonces no serían los peores resultados de su zona.
Un sábado de mayo, la lluvia entra por las ventanas rotas de un aula del Práctico Secretarial, en Senahú (Alta Verapaz), un pueblo a casi 300 kilómetros de la capital, con unos 60 mil habitantes de mayoría indígena q’eqchi’. Las instalaciones tampoco son del colegio, son un préstamo que hace el conserje de la escuela pública del pueblo a cambio de Q250 al mes.
La mayoría de alumnos del colegio estudia bachillerato en computación -una adaptación de ciencias y letras-, pero hay ocho computadoras para 35 personas que solo usan dos horas entre semana, aunque sus clases oficiales sean viernes y sábado. Los alumnos llegan a usarlas, pero es un gasto más porque la mayoría llega a pie o en tuctuc de comunidades remotas para estudiar. Algunos viven a seis horas de distancia de Senahú.
La mayoría de estudiantes de este centro proviene de familias donde sus padres, en general, no pasaron de primaria y en tres de cada 10 casos no estudiaron, según los datos del Ministerio de Educación. Pagan Q262 (US$35) mensuales por un colegio privado que ocupa la sede de una escuela pública alquilada, reciben clases en cinco aulas y tienen dos mesas en el patio al aire libre hechas con llantas.
En las llantas o en la capilla
A ocho horas en carro de distancia de Senahú, en la zona 11 de la capital, dos alumnos de bachillerato en ciencias y letras llegan tarde una mañana de junio a la clase de basquet del colegio para hombres El Roble. Mientras se ponen el uniforme de deporte se excusan por el tráfico porque, como la mayoría, llegan en carro familiar o propio. Frente a ellos, una imagen de la Virgen, José y el Niño en piedra incrustada en la pared de ladrillo domina la cancha de un colegio católico que tiene campos de futbol, voleibol, balonmano y basquetbol.
El Roble y el colegio de mujeres Campoalegre -en el que las alumnas no reciben clase de deportes en bachillerato porque estudian artes visuales- pertenecen a la Asociación para el Desarrollo Educativo (APDE), cuyos siete colegios están entre la élite de los resultados académicos del país que apuesta por la llamada educación diferenciada: Niñas y niños separados para estudiar.
Las diferencias continúan en las instalaciones. Para llegar al Práctico Secretarial, hay que subir una marcada cuesta desde la calle principal de Senahú y, tras cruzar la puerta, andar por un empinado camino rodeado de pasto. Arriba, con una vista panorámica, está el patio con dos mesas donde los alumnos pasan al aire libre los recreos. No hay más patio que ese. Las dos mesas son neumáticos que alguna vez estuvieron pintados de azul. A su alrededor hay tres neumáticos más con ambición de sillas, donde refaccionan un tamal o alguna chuchería que compran en un pequeño puesto instalado en el mismo patio.
“The best team the world has ever seen”, la frase motivacional de los sudaderos del Campoalegre, recorre como un mantra pasillos, aulas y patios de los dos edificios del colegio para mujeres. Alumnos con sudaderos con su nombre o apodo recorren también los pasillos con los laterales descubiertos que comunican los tres edificios de El Roble.
El Roble es mucho más grande que el Campoalegre: Tiene construcciones más amplias, más aulas y mucho más bosque, lo que le permite ampliar más seguido sus instalaciones. El orgullo del mediano Campoalegre es lo que llaman “el coliseo”, un patio de techo curvado, con 12 arcos y suelo de ladrillo, que queda enfrente de la iglesia y comunica sus dos edificios.
Ambos colegios tienen una hora diaria de misa en sus respectivas capillas. El altar de las estudiantes es rosa y el de los de El Roble es café. Ellas cantan hasta seis canciones. En común: Cada día el oratorio está lleno.
En números
El sistema educativo en el país, según datos del Mineduc.
- 80% de la oferta educativa a nivel diversificado es privada.
- 60% de los alumnos estudió primaria en 2017.
- 2 de cada 10 jóvenes entre 16 y 18 años lograron llegar a diversificado.
- 1992 fue el año desde que la oferta privada creció sobre la pública a nivel diversificado.
- 32% aumentó el número de centros privados respecto a hace 10 años. En Guatemala solo estudia la mitad de la población entre 5 y 18 años. La mayoría lo hace en el sistema público.
- 9% de todo el sistema educativo es de centros educativos a nivel diversificado. De este, la mayoría es del sector privado.
Este reportaje forma parte del proyecto Desnivel – La brecha educativa en Guatemala realizado por El Intercambio. Para verlo completo ingresa a www.elintercamb.io/desigualdad