En tanto, el gobernador del estado pidió a las más de 10.000 personas que fueron evacuadas que todavía no regresen a sus hogares.
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La cifra oficial de muertos aumentó a por lo menos 34 personas en tres estados, 26 de ellos en Carolina del Norte, mientras los remanentes de Florence iban en dos direcciones: el agua corría río abajo hacia la costa de Carolina y las tormentas avanzaban por el noreste, provocando inundaciones repentinas en Nueva Hampshire y el estado de Nueva York.
El gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, advirtió que las inundaciones, de por lo menos 90 centímetros (3 pies) de agua, provocadas por Florence están lejos de terminar y empeorarán en algunos lugares.
“Sé que mucha gente siente que esto es como una pesadilla que simplemente no terminará”, dijo Cooper.
El gobernador dirigió sus palabras a las aproximadamente 10.000 personas que continúan en albergues y a las “incontables más” que están en otras partes, y les pidió que se quedaran ahí por ahora, sobre todo aquellos que vienen de los condados costeros más afectados, que incluyen Wilmington, cerca de donde Florence tocó tierra el viernes.
Las carreteras siguen siendo peligrosas, dijo el gobernador.
“Sé que es difícil dejar el hogar, y es más difícil esperar y preguntarse si siquiera tienen un hogar al cual regresar”, señaló Cooper.
En Wilmington, que cuenta con una población de 120.000 personas, los trabajadores comenzaron a entregar suministros con la ayuda de un sistema que asemejaba a los de las cadenas de comida rápida: los conductores se formaban, recibían su pedido y dejaban el lugar sin tener que bajarse de su auto. Una mujer hacía sonar un silbato cada vez que debían avanzar.
Todd Tremain necesitaba lonas para cubrir los huecos luego de que los vientos de Florence arrancaron las tejas del techo.
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“El techo está goteando y estropea el interior de la casa”, comentó.
Otros se llevaron una caja de agua embotellada o comidas preparadas o raciones alimentarias. Un montacargas movía las enormes plataformas cargadas con productos.
Brandon Echavarrieta tenía dificultades para mantenerse sereno mientras describía su vida tras el paso de Florence. Sin electricidad durante días. Carne descompuesta en el refrigerador. Sin agua, sin comida y sólo ha tomado un baño en una semana.
“Ha sido muy malo”, dijo Echavarrieta, de 34 años, con la voz quebrada.
Cerca de ahí, unas 200 personas estaban formadas para comprar bolsas de hielo tan rápido como Rose Ice and Coal Co. podía producirlas.
Los suministros han sido llevados a la ciudad en camiones militares y helicópteros, que también han sido utilizados para recoger a cientos de personas de techos de casas y otras estructuras.
El alcalde Bill Saffo dijo que ahora había dos rutas abiertas hacia Wilmington, las cuales habían quedado completamente bloqueadas por las inundaciones, pero esas carreteras podrían cerrarse nuevamente a medida que crece el río Cape Fear, en el oeste de la ciudad.
“Seguimos pidiéndole a la gente que no regrese a casa”, dijo Woody White, presidente de los comisionados del condado de New Hanover. “Queremos que estén aquí. Los amamos. Los extrañamos. Pero el acceso a Wilmington sigue siendo limitado y no mejora a la velocidad que quisiéramos”.