Alex Vanegas, un maratonista de 62 años, no deja de correr y participar en las manifestaciones contra el gobierno de Daniel Ortega, con una bandera o un cartel para pedir la "libertad" de Nicaragua y justicia para los más de 320 muertos en la represión a las protestas.
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En una ocasión, cuando realizaba un recorrido, una veintena de policías le cayeron encima como "avispero", lo golpearon y lo tiraron a una patrulla como si fuese un "costal de papas", relató Vanegas.
"Me ultrajaron como lo hacen con muchas personas que detienen" por protestar.
Camino a la cárcel El Chipote de Managua, denunciado como un presunto centro de torturas, los agentes amenazaron con lanzarlo dentro del cráter de un volcán o a una laguna con una piedra atacada a sus pies.
Según Azahálea Solís, delegada opositora en el diálogo con el gobierno, las autoridades recurren a detenciones como la de Vanegas para "evitar que escale la protesta contra el régimen".
Pero lo que se ha visto es que tras cada preso "surgen nuevos liderazgos" en las calles, indicó el representante empresarial en el diálogo, Sebastián Chamorro.
Al menos 500 nicaragüenses están presos por dirigir, apoyar o participar en las manifestaciones, de los cuales más de 300 han sido acusados ante la justicia por "terrorismo" u otros delitos, dijo Gonzalo Carrión, director jurídico del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dijo el martes que desde el inicio de las protestas callejeras en abril pasado ha adoptado 23 medidas cautelares para proteger los derechos de 114 personas.
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La medida más reciente fue adoptada la víspera para proteger a 17 defensoras de derechos humanos y a sus núcleos familiares porque son objeto de amenazas, hostigamientos, intimidaciones y actos de violencia por su condición de mujeres y en algunos casos por su orientación sexual.
En el caso de Vanegas, su detención le hizo revivir el día de 1974 cuando la pasada dictadura somocista lo capturó y torturó durante seis meses por pegar papeletas en las paredes exigiendo la libertad del entonces preso político, el exguerrillero Ortega, irónicamente hoy presidente de Nicaragua.
Ya en El Chipote, un oficial recibió una llamada que ordenó liberar al veterano atleta.
Vanegas no sabe si fue suerte o si solo quisieron asustarlo, pero se siente "decepcionado, traicionado y humillado" por el maltrato, y teme que fanáticos del gobierno o paramilitares lo asesinen en las calles.
Desde el 18 de abril, la represión a las protestas que piden la dimisión de Ortega ha dejado más de 320 muertos.
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Eso ha impulsado a Vanegas a seguir corriendo, ahora para pedir la liberación de los "presos políticos" de Ortega, entre ellos su amigo Carlos Valle, detenido por marchar para pedir la excarcelación de su hija Elsa, de 19 años, presa desde julio.
A Elsa "la agarraban del pelo, la nuca y la tiraban contra la pared" en la cárcel, narra con dolor su madre Rebeca Montenegro, quien se integró a las protestas, primero por su hija y ahora por su esposo preso.
En julio, el gobierno promovió la aprobación de una ley que criminaliza las protestas con hasta 20 años de prisión y tilda a los manifestantes de "terroristas".
"No sé dónde van a meter a tanta gente" presa, cuestionó el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua y presidente de la Conferencia Episcopal.
*Con información de AFP y AP