Más de 1,200 personas murieron por el sismo y el tsunami en la isla indonesia de Célebes, donde este martes continuaban las operaciones de búsqueda y la policía intentaba evitar saqueos.
La policía hizo disparos de advertencia y lanzó gases lacrimógenos para dispersar a la gente que saqueaba comercios en Palu, una ciudad costera destrozada por el temblor de 7.5 grados de magnitud y el tsunami que le siguió el pasado viernes.
Los sobrevivientes luchan contra el hambre y la sed y los hospitales locales están saturados por los heridos.
200,000 necesitados
La policía, que hasta ahora había tolerado que los sobrevivientes desesperados tomaran comida y agua de los negocios cerrados, decidió detener a 35 personas por robar computadoras y dinero.
"Pero tras el segundo día, los alimentos comenzaron a llegar, sólo se necesita distribuirlos. Ahora estamos restableciendo le ley", añadió.
La desesperación es patente en las calles de Palu, donde los sobrevivientes escalan las montañas de restos a la búsqueda de algo recuperable.
Otros se amontonan alrededor de los pocos edificios que aún tienen electricidad, o hacen cola para obtener agua, dinero en efectivo o combustible, escoltado por convoyes de policías armados.
Los socorristas no tienen maquinaria suficiente y su labor se complica por las carreteras cortadas y los daños en las infraestructuras. Además, este martes el país registró dos sismos más frente a sus costas pero a cientos de kilómetros de Palu.
El ejército indonesio dirige las labores de rescate pero, tras el llamado del presidente, Joko Widobo, las oenegés internacionales también desplegaron equipos en la zona.
Drama
Entre los muertos hay decenas de estudiantes cuyos cuerpos fueron retirados de entre los escombros de una iglesia devastada.
"El equipo [de socorristas] encontró 34 cuerpos en total", declaró a la AFP Aulia Arriani, una portavoz de la Cruz Roja local. Inicialmente, 86 jóvenes que participaban en un campamento de estudio de la Biblia en el Centro de formación de la Iglesia de Jonoonge fueron declarados desaparecidos. No se precisó la edad exacta de las víctimas.
El distrito montañoso de Siri Biromaru, al sureste de Palu, es de difícil acceso y los socorristas tienen que llegar a pie para rescatar a las víctimas.
Sobre Indonesia
Indonesia es el país musulmán más poblado del mundo pero también cuenta con minorías religiosas, como los cristianos, entre sus 260 millones de habitantes.
La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) estima en 191.000 las personas que necesitan ayuda humanitaria de emergencia, entre ellas 46,000 niños y 14,000 personas mayores.
La catástrofe, que el viernes azotó la localidad de Palu, donde viven 350,000 habitantes en la costa occidental Célebes, también dejó 61,867 desplazados.
Los muertos —muchos de los cuales aún no fueron registrados y cuyos cuerpos siguen atrapados entre los escombros— preocupan a las autoridades.
El clima ecuatorial de Indonesia acelera la descomposición de los cuerpos, un grave riesgo sanitario.
Para evitarlo, grupos d evoluntarios empezaron a enterrar a las víctimas en una gran fosa común excavada en Poboya, en las colinas que rodean Palu, con capacidad para 1,300 cuerpos.
Camiones con cuerpos apilados cubiertos con bolsas naranjas, amarillas y negras llegan al lugar para ser descargados y enterrados en la fosa.
Al mismo tiempo, los equipos de rescate trabajaban contrarreloj para hallar supervivientes y sacarlos de entre los escombros. Sólo en el hotel de Roa Roa, los socorristas estiman que 50 a 60 personas podrían estar entre los escombros. De momento fueron rescatadas dos personas, según una fuente oficial.
Mucha gente pasó los últimos días a la búsqueda de sus allegados desaparecidos, en hospitales y morgues improvisadas a la intemperie.
Indonesia, un archipiélago de 17,000 islas e islotes que se encuentra en el Cinturón de Fuego del Pacífico, es uno de los países del mundo más propensos a sufrir desastres naturales.