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"Alcotraz", un bar carcelario en Londres con cócteles, fiesta y hasta requisas

¿Qué hacemos esta noche? ¿Y si fuéramos a la cárcel? Uniformes color naranja, células siniestras y sádicos guardianes, así es la penitenciaría de "Alcotraz", un bar de cócteles londinense para romper con los encuentros entre amigos en el bar de la esquina.

Los clientes obedecen, entre risas, y se ponen un uniforme naranja marcado con un número.

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Durante dos horas dejarán de ser ellos mismos para convertirse en presidiarios. Y serán tratados como tales, sometidos brutalmente por el personal de Alcotraz, nombre inspirado en la antigua prisión de la Bahía de San Francisco y el evidente contenido alcohólico de la velada.

El particular concepto es idea de Sam Shearman, un empresario de 27 años.

El bar está inspirado en los ambientes carcelarios de películas como "Shawshank Redemption" (1994, "Sueños de libertad" o "Cadena perpetua" según los países) o la serie de Netflix "Orange is the new black", y no pretende "burlarse" del funcionamiento de las cárceles reales.

Encerrados en sus celdas, los detenidos deben someterse a la implacable inspección de la directora de Alcotraz, la temible Carol-Ann Hooks-Johnson, una carcelera de acento sureño ataviada con un austero vestido y botas militares.

Que se preparen los recalcitrantes, porque sufrirán innumerables humillaciones, como besar los zapatos de los otros presos.

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Los clientes, sin embargo, se prestan a ello con buen humor y, entre dos copas, juegan a inventarse un pasado criminal.

"Es un poco intimidante, pero te ríes mucho", dice uno de ellos, David Morgan, de 32 años, empleado en el sector de las finanzas. "¡Tienes que vivirlo al menos una vez en tu vida!".

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