¡Dejen entrar! gritaban este viernes los miles de hondureños aglomerados en la frontera Tecún Umán, entre Guatemala y México. Aunque las autoridades mexicanas les aseguraron que les permitirán ingresar a su país, la desesperación se apoderó de los migrantes por el temor de que no sea así.
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Raúl Cueto Martínez, cónsul de México en Quetzaltenango, señaló que la decisión está tomada y solo se les estará solicitando a los centroamericanos que presenten alguna identificación de su país, respetando la legislación migratoria mexicana y los Derechos Humanos de la Constitución.
"El objetivo es preservar los derechos humanos de aquellos extranjeros que quieran internarse a territorio mexicano”, dijo el funcionario a Emisoras Unidas.
Algunas personas desmayadas se podían observar en el lugar, primordialmente niños. Ante este escenario, un funcionario del Instituto Nacional de Migración de México (INM) se acercó a la multitud y utilizando un megáfono les explicó el proceso a seguir:
“Acabo de recibir la instrucción de comunicarles que vamos a recibirlos a todos en las instalaciones de INM de forma ordenada y cuidando la seguridad de las personas. Vamos a recibir sus solicitudes y vamos a habilitar un espacio donde puedan a estar alojados, que no es un lugar de detención”, les dijo.
“Tienen que tomar en cuenta esto, no van a ser detenidos, pero sí tienen que iniciar su trámite ante el INM y esto lo tienen que hacer de forma ordenada para la seguridad de absolutamente todos”, continuó.
“Necesitamos que se organicen para que las autoridades competentes puedan autorizar la apertura del portón. No se puede abrir en las condiciones en las que está porque se pone en cuestión la seguridad de los menores, las mujeres”, enfatizó.
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Los migrantes hondureños aguardan desde ayer en el poblado guatemalteco Tecún Umán, fronterizo con México, para reagrupar su caravana y seguir rumbo a Estados Unidos, aunque algunos ya se aventuran a cruzar ilegalmente el limítrofe río Suchiate.
Los hondureños, que llegaron por grupos a la población fronteriza y que podrían superar los 4 mil, pernoctaron en iglesias, salones comunales, la estación de bomberos y otros sitios habilitados como refugios.
Esta marea migratoria desató la furia del presidente Donald Trump, quien amenazó con frenar la ayuda económica a Guatemala, El Salvador y Honduras si no contenían la caravana, cuyo avance también pidió detener a México, so pena de cerrar con militares la frontera sur de Estados Unidos.