Las divisiones surgieron durante un día tenso, en el que los ánimos se caldearon y algunos migrantes discutieron con los organizadores de la caravana y criticaron a los funcionarios mexicanos.
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Estaban molestos porque el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, se retractó de una oferta que hizo el viernes por la noche de proporcionar autobuses el sábado para transportar a los migrantes a la Ciudad de México.
Los centroamericanos caminaron hasta el poblado de Isla, a unos mil 126 kilómetros de la frontera con Estados Unidos, donde varios miles se detuvieron a descansar, comer y recibir atención médica. Planeaban pasar la noche allí antes de partir a las 5 de la mañana del sábado rumbo a la ciudad de Córdoba.
Pero otros migrantes, principalmente varones y los miembros más jóvenes del grupo, siguieron caminando o solicitando viajes a dedo hacia Puebla y la Ciudad de México. Decidieron pasar la noche en la ciudad de Juan Rodríguez Clara o en la de Tierra Blanca, ubicada más adelante.
“Creemos que es mejor seguir juntos con la caravana. Nos vamos a quedar con ella y respetaremos a los organizadores”, dijo Luis Euseda, un hondureño de 32 años proveniente de Tegucigalpa, que viaja con su esposa.
“Otros siguieron adelante; tal vez no tienen una meta, pero nosotros sí tenemos una meta y es la de llegar”.
En los últimos días, los organizadores de la caravana han solicitado autobuses luego de pasar tres semanas en las carreteras, caminando y aceptando viajes de dedo. Como el grupo se dividió, algunos se preguntaban si la caravana se mantendría unida.
En un comunicado, los migrantes criticaron a las autoridades mexicanas por indicarles una ruta hacia el norte a través del estado de Veracruz, con costas en el Golfo de México, llamándola la “ruta de la muerte”. Un recorrido a través de los cañaverales y huertos los lleva por un estado donde cientos de migrantes han desaparecido en los últimos años, víctimas de secuestradores que desean cobrar rescates.
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Las autoridades de Veracruz dijeron en septiembre que habían descubierto los restos de al menos 174 personas enterradas en fosas clandestinas. Algunos expertos en seguridad se preguntan si esos cadáveres son de personas foráneas.
Gerardo Pérez, un migrante de 20 años, dijo estar cansado.
“Están jugando con nuestra dignidad. Si hubieran visto la felicidad de la gente anoche cuando nos dijeron que íbamos en autobús, y hoy ya no”.
La estrategia de la caravana de que la “fuerza está en el número” les ha permitido granjearse apoyo a medida que avanzan a través de México, y ha inspirado a otros migrantes a probar suerte en otras caravanas.
México enfrenta la situación sin precedentes de tener tres caravanas a lo largo de 500 kilómetros de carretera en los estados de Chiapas, Oaxaca y Veracruz, con unos 6 mil migrantes en total.
Las autoridades parecen tener dificultades para decidir si los ayudan o les ponen obstáculos en su camino. De todas formas, con o sin la ayuda del gobierno, la incertidumbre persiste.
El presidente estadounidense Donald Trump ha ordenado el emplazamiento de tropas en la frontera con México, en respuesta a las caravanas.
Más de 7 mil tropas en servicio activo recibieron indicaciones de apostarse en Texas, Arizona y California.