Entre fatiga, hartazgo y dolencias físicas, los más de 5 mil migrantes (en su mayoría hondureños) que persisten desde el 13 de octubre en la marcha que salió de San Pedro Sula, amanecieron en la mexicana Guadalajara tras haber recorrido más de 2 mil kilómetros, mayoritariamente a pie y con autostop en algunos tramos.
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Los migrantes no reiniciaron su trayecto hacia el norte a pie, como en los días previos, sino que el gobierno de Jalisco, el estado al que pertenece Guadalajara, puso a su disposición decenas de autobuses.
El acuerdo fue llevar a los migrantes hasta "el límite entre Jalisco y Nayarit", indica un comunicado de los líderes de la caravana. "Otros transportes nos recogerían ahí para trasladarnos segura y dignamente a Sinaloa", un estado del noroeste sobre la costa del Pacífico, añade el texto.
Sin embargo, la AFP constató que los autobuses hicieron descender a los migrantes en la garita El Arenal, un punto muy alejado de Nayarit rodeado de desérticas montañas. Esto desató la furia e indignación de los centroamericanos.
"Esta es una clara decisión por el gobierno del estado de Jalisco de sacarnos de Guadalajara sin cumplir con su palabra", agrega el comunicado.
Bajo un inclemente sol, los miles de migrantes, entre ellos numerosos niños y algunos ancianos, se iban acumulando alrededor de la garita. "¡Nos engañaron!", gritaban algunos, indignados.
Pero el enojo y la desorientación no les inmovilizaron, y empezaron a pedir aventón a camiones de carga o de remolques, esperando llegar hasta Sinaloa.
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"Un crimen mentirnos"
"Es un crimen mentirnos así porque saben que no conocemos el lugar. Venimos con mujeres y niños que ahora están sufriendo aquí tirados. El niño tiene sed y no hay ni de dónde sacar agua", lamentó José Rubio, un hondureño de 23 años que viaja en la caravana junto a su esposa y sus tres pequeños hijos.
Con este sinsabor, la movilización cumple un mes de haber arrancado.
"No celebramos absolutamente nada. ¿Cómo vamos a festejar que estamos sin casa, sin trabajo, cansados, enfermos, sin seguridad para nuestro futuro?", dijo Wilson Ramírez, un hondureño de 60 años, mientras hacía fila para salir del auditorio que sirvió de albergue en Guadalajara.
Según la ONU, en su trayecto por México la caravana llegó a sumar 7 mil integrantes, pero muchos han claudicado en el camino. Sin embargo, los 5 mil 49 migrantes que lograron llegar a Guadalajara (cifras de autoridades locales) están determinados a llegar a Estados Unidos a pesar de los obstáculos.
A esta gran caravana le siguen a la distancia otras dos, con unos 2 mil migrantes cada una, mientras más reducidos se adelantaron a la frontera con Estados Unidos.
En tanto, el gobierno de Estados Unidos ha cerrado parcialmente, con barricadas y alambres de púas, las garitas de San Ysidro y Otay Mesa, del estado de California.